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0127 - Viento Sur

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Submáquina (Salto de página, 2009), de EstherGarcía LlovetRara vez el mercado editorial, tan tendente a la uniformidad, nos sorprendecon un libro que escape a encasillamientos fáciles. La literatura de géneroofrece unas coordenadas que editores, libreros y lectores, aceptamos y asumimos,tanto por gusto como por mera rutina.Pero la editorial Salto de Página nos ha traído con Submáquina, de EstherGarcía Llovet, una obra que apuesta por caminos menos transitados, y optapor contarnos su historia de una manera personal. Tampoco caeré en exageraciones–esas a las que somos tan dados los críticos cuando queremos convencer,a veces de forma categórica, de que hay que leer tal o cual obra–. Prefierono exagerar, y diremos que la autora muestra unas referencias culturalesbien claras, de las que se sirve para contar su historia, pero con una voluntadde estilo que va más allá de la mera imitación. Por tanto, baraja las cartas consuficiente habilidad como para sacarse unos cuantos ases de la manga, regalándonoscon fluidez, sin estridencias, unas cuantas sorpresas.García Llovet debutó en las letras en 2003 con Coda, llegando a ser finalistadel IV Premio Casa de América de Narrativa. Con este libro ya dejó clarocuál sería su estilo.Y ese estilo está marcado por la narrativa cinematográfica, visible en eldesarrollo sintético de la acción, la capacidad para recrear pequeños detalles,la agilidad a la hora de combinar historias de diversos personajes –si me apuran,a la manera de Robert Altman–.También llama mucho la atención la forma de retratar los acontecimientos.Tanto Coda como Submáquina, son obras realistas, pero solo en apariencia,pero García Llovet sabe dotarlas de un aire indefinido, fantasmal, abstracto,que les dota de una atmósfera taciturna, de ensoñación –seguiremos con lascomparaciones cinéfilas: ¿quizás a la manera de David Lynch, o al estilode David Mamet, que hacen esas películas donde la mascarada, el engaño, larepresentación, son llevadas al límite?–.No debía escapársenos que la autora es psicóloga clínica y guionista de cinedocumental. Quizás de ambas profesiones nazcan tanto esa mirada distante, propiade un voyeur –del voyeur que todo cinéfilo es– como la escasa implicación enlo narrado. Los personajes parecen abandonados a su suerte, y no pretenden nuestrasimpatía. Lo único que podemos hacer es mirarlos con cierta extrañeza.Respecto a la singularidad de estas novelas, diré que podría llegar a ser unarma de doble filo, pues si bien sorprenden, también pueden llegar a desconcertar.Sus argumentos llegan a comprenderse, ante todo, de manera intuitiva,y muchas veces la trama no se desarrolla tanto en función de una lógica narrativacomo buscando recrear un ambiente, una atmósfera. Dicho en otras palabras:no queda muy claro si Coda o Submáquina son novelas, o más bienlibros de relatos que comparten espacios y protagonistas comunes.VIENTO SUR Número 127/Abril 2013 59

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