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0127 - Viento Sur

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cos la nuestra, pero también gallegos y andaluces. No para ir a una disgregacióncantonalista, sino para a una Confederación de Repúblicas que garanticela soberanía política de cada una. Aquí no está por tanto el debate. Al menosconmigo. Tampoco está en la consideración de Euskadi como “marco autónomode lucha de clases” si lo que se quiere afirmar con ello es la identidadnacional, la reivindicación de espacios propios o la idea de construir un partidode ámbito vasco. Estas ideas son acertadas pero no resuelven el problemacentral de la estrategia política que consiste en realizar una acumulaciónde fuerzas radicales en grado suficiente como para provocar la derrota delEstado. Y esta cuestión no se plantea en términos de “solidaridad con nuestralucha” como se dice en el documento, sino en términos de acción concertadaentre las izquierdas de todas nacionalidades, pues no podemos olvidar que el“marco estatal está superpuesto al marco vasco”. La solidaridad con la causavasca (particularmente de la extrema izquierda) fue muy intensa en el pasado,incluso en los momentos de mayor hostilidad contra las acciones de ETA, peroesto es una cosa, y otra muy distinta suponer que la “revolución democráticavasca” exprese en sí misma los intereses de los trabajadores y de los pueblosde España como para fundamentar sobre esa base la demanda de solidaridadcon nuestra causa. No, las cosas no serán así. La revolución vasca deberáempezar en el marco nacional pero solo podrá concluir si se articula con otrosprocesos similares en las otras nacionalidades, de tal modo que la solidaridadsea mutua y en beneficio de todos.Ruptura democrática, desobediencia civil y contrapoderes populares.La dificultad de las alianzas políticas. La experiencia dice queno se puede llegar a la autodeterminación nacional por medio del pacto sinlucha con el Estado. Esto sólo ha sido posible en estados liberales avanzadoscomo en Canadá y Reino Unido en relación a Quebec y Escocia, pero resultaimposible en el caso de un Estado español que ha construido su identidad enbase a la anulación sistemática de las otras identidades nacionales, y que enese proyecto de “nacionalización del territorio” encuentra la colaboración dela socialdemocracia y de los sindicatos mayoritarios, pues también ellos asumencomo propio el modelo centralista aunque lo disfracen con el ropaje federalista.El rechazo del proyecto vasco de soberanía compartida (plan Ibarrtexe)y la oposición a la consulta ciudadana que pretende hacer el Parlamentocatalán, lo confirman. En los documentos de Sortu se habla de trabajar a cortoplazo por “el establecimiento de un marco democrático donde se reconozcael derecho a decidir del pueblo vasco” y se avance hacia la institucionalizaciónpolítica “a través de metas intermedias como un nuevo Estatuto paraEuskadi <strong>Sur</strong>, respetando la especificidad de Navarra”. Lo más llamativo deesta propuesta es que intenta realizarse con base en alianzas políticas contradictorias,fáciles de diseñar sobre el papel, pero imposibles de materializar en92 VIENTO SUR Número 127/Abril 2013

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