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ATENCION PLENA. EL PODER DE LA CONCENTRACION

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162 ATENCIÓN <strong>PLENA</strong><br />

mos dejado de tener presentes —dice Khaneman—. La diferencia<br />

entre ambos se expresa en términos de atención».<br />

La interrelación entre atención por una parte y comodidades<br />

y placeres por otra suele condicionar nuestras decisiones de com<br />

pra. La ilusión de enfoque predice que exageraremos la im por<br />

tancia de algo por el mero hecho de pensar en ello; por ejemplo,<br />

cuando nos planteamos adquirir algo de valor. Poco después de<br />

comprar el objeto en cuestión, quizás un frigorífico último mo<br />

delo o una cocina de una marca renombrada, dejamos de reparar<br />

en el suntuoso placer que nos proporciona y lo degradamos a la<br />

categoría de mera comodidad. «La distinción entre los objetos a<br />

cuyo uso atiendes y los que pasan desapercibidos es muy intere<br />

sante —dice Kahneman—. Es probable que la ilusión de enfo<br />

que no influya tanto en placeres como las flores frescas o un vaso<br />

de vino.» Puesto que nos vamos a divertir más y nos saldrá más<br />

rentable, gastar quinientos dólares al año en ramos de flores o<br />

en vino de Borgoña constituye mejor inversión en términos de<br />

complacencia que renovar un electrodoméstico.<br />

Pese a la emoción inicial y a lo elevado del precio, la adapta<br />

ción garantiza que pronto dejaremos de reparar en las delicias<br />

de un ordenador nuevo o de un piso más grande y los relega<br />

remos a la categoría de mera comodidad. En vez de derrochar<br />

en lujos tan sofisticados y costosos, una estrategia más eficaz<br />

—y barata— para aumentar nuestra cuota de satisfacción diaria<br />

sería añadir otros más sencillos y asequibles: una buena pas<br />

tilla de chocolate, una revista interesante, un DVD magnífico.<br />

Al fin y al cabo, cuando llega el lunes por la mañana, incluso<br />

el saldo bancario, por desahogado que sea, palidece al lado de<br />

una buena taza de café. Los pequeños placeres de la vida, que<br />

nos aportan lo que Kahneman denomina «experiencias cons<br />

cientes», proporcionan una buena ración de dicha diaria. No<br />

obstante, puesto que tendemos a prestar más atención al yo de

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