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ATENCION PLENA. EL PODER DE LA CONCENTRACION

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226 ATENCIÓN <strong>PLENA</strong><br />

das como burócratas cuando serían muy felices en el ejército, y<br />

otras motivadas por los logros languidecen como amas de casa<br />

cuando podrían triunfar en el mundo de los negocios.<br />

Como toda conducta, las motivaciones tienen su origen tan<br />

to en la herencia como en el medio. En lo que respecta a los ge<br />

nes, por ejemplo, los individuos de naturaleza sociable y extro<br />

vertida tienden a centrarse en la afiliación, mientras que los de<br />

tendencias agresivas suelen guiarse por su necesidad de domi<br />

nar. A las personas de temperamento ansioso les cuesta m an<br />

tener la motivación, porque están tan inmersas en sus preo<br />

cupaciones que dejan de lado sus objetivos.<br />

En cuanto al impacto del medio, la propia cultura suele ejercer<br />

una gran influencia en nuestras grandes metas, y también en nues<br />

tros objetos de atención. Cuando Oliver Schultheiss, psicólogo de<br />

la Universidad de Michigan, comparó a los universitarios norte<br />

americanos con los alemanes, descubrió que los primeros están<br />

mucho más centrados en los logros que en el poder, a diferencia<br />

de los segundos. En consecuencia, concluyó, los objetivos de los<br />

norteamericanos suelen estar relacionados con la innovación y el<br />

éxito, mientras que los alemanes buscan dominación y estatus.<br />

Por raro que parezca, la sabiduría popular tiende a equivo<br />

carse a la hora de atribuir capacidad de motivación a ciertos<br />

focos de atención. Desde el «paz y amor» de los años sesenta, se<br />

ha dado por supuesto que la mejor forma de animar a los niños<br />

a que obtengan buenos resultados es fomentar su autoestima.<br />

Investigaciones recientes demuestran sin embargo que diciéndole<br />

a un niño que es un genio no contribuimos a mejorar su<br />

rendimiento, a diferencia de la motivación que le reportan sus<br />

propios logros y capacidad de autocontrol. Al igual que las crí<br />

ticas, para que las alabanzas surtieran efecto deberían ser muy<br />

concretas; en lugar de afirmar: «¡Eres estupendo!», habría que<br />

decir; «¡Has sacado muy buena nota! ¡Buen trabajo!»

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