You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
CARMILLA
»Observé también cómo, mientras hablábamos, la joven
había entablado conversación con igual facilidad y gracia con
mi niña. La señora resultó ser la madre de esta joven, a quien
se dirigió un par de veces, llamándola por el curioso nombre
de Millarca.
»La tal Millarca, al iniciar la charla con mi niña, dijo que
su madre era una vieja amiga mía. Dijo que le gustaba usar
la máscara, porque le permitía una agradable osadía a la hora
de comenzar una relación. Habló con mi niña amigablemente,
admirando su vestido e insinuando un gran aprecio por
su belleza.
También la entretuvo con sus simpáticos comentarios sobre
la otra gente en el salón de baile, y le hizo gracia la manera
de gozar de mi pobre criatura. Esta joven se daba gusto
exhibiendo su inteligencia y simpatía, y muy pronto las dos
habían forjado una amistad. En esas, la joven desconocida
bajó la máscara para revelar un rostro extremadamente hermoso.
No la había conocido antes, ni mi niña tampoco. Pero,
a pesar de ser una cara nueva para nosotros, la encontramos
tan encantadora como bella. Resultó imposible no sentirse
atraído hacia ella inmediatamente. Mi pobre niña sintió ese
atractivo. Nunca había visto una persona conquistada tan rápidamente
como lo fue mi niña. O a lo mejor fue al revés. Es
decir, tal vez la desconocida se había enamorado al instante
de mi niña.
»Mientras tanto, aproveché la licencia que otorga el uso
de las máscaras para dirigir unas preguntas a la señora.
“Usted me tiene muy intrigado”, le dije jocosamente. “¿No
está satisfecha ya? ¿No está dispuesta ahora a ponernos en
igualdad de condiciones y hacerme el favor de quitarse la
máscara?”.
106