Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
CAPÍTULO 5
Un parecido
extraordinario
Una tarde llegó de Gratz el hijo del restaurador de arte,
un joven de rostro serio y tez oscura. En su carreta
tirada por un caballo traía dos grandes guacales que
contenían una cantidad de cuadros. Gratz quedaba a
diez leguas de distancia, y cada vez que alguien llegaba de esa
pequeña ciudad, nuestra capital, todos salíamos a recibirlo
para ver qué noticias traía. La llegada de cualquier persona a
un lugar tan aislado como el nuestro fue motivo de celebración.
El joven colocó los guacales en el atrio del castillo mientras
los sirvientes lo llevaron a cenar. Más tarde, acompañado
de unos ayudantes, y con martillo, buril y destornillador
en las manos, se reunió con nosotros en el atrio donde nos
habíamos citado para ver el contenido de esas dos grandes
cajas de madera en el momento en que fueran abiertas.
Carmilla se sentó para observar, evidentemente sin mucho
interés, cuando, uno tras otro, sacaban a la luz los viejos cuadros,
casi todos retratos, que habían sido restaurados. Mi madre descendía
de una vieja familia de la nobleza húngara, y la mayoría
de estos cuadros, destinados a ocupar sus antiguos puestos en
las paredes de nuestro castillo, fueron herencia de ella.