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CAPÍTULO 16
moto, o sea, la mía, ha podido dirigir la persecución hasta llegar
a la madriguera de la horrible criatura. Demasiado tarde,
en el caso de muchos.
Conversamos sobre muchas cosas y entre otras él dijo lo
siguiente:
—Un signo del vampiro es el poder de su mano. Cuando
el general levantó el hacha para atacar a Mircalla, ella, con
su delgada mano, agarró la muñeca de su contrincante y la
encerró en un viso de acero. Pero su poder no se limita únicamente
a su fuerza, sino que deja entumecido el miembro
que agarra, del cual la persona sólo se recupera lentamente,
o tal vez nunca.
En la primavera siguiente mi padre me llevó con él en
un viaje por Italia, que duró más de un año. Pasó mucho
tiempo antes de que el terror de los acontecimientos hubiera
mermado. Pero aún hoy la imagen de Carmilla invade mis recuerdos.
A veces aparece como la bella, lánguida, juguetona
que conocí. Otras veces la veo como el brutal demonio de la
capilla en ruinas. Y con alguna frecuencia me he despertado
súbitamente de mi ensueño al sentir el paso ligero de Carmilla
entrando por el salón de estar.
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