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Téece le echó una breve mirada.<br />
-¿Qué pasa?<br />
-¿Cuánto le debe este hombre, señor?<br />
-Nada que te interese.<br />
El viejo miró a Belter.<br />
-¿Cuánto, hijo?<br />
-Cincuenta dólares.<br />
El viejo abrió las negras manos y miró a la gente de alrededor.<br />
-Sois veinticinco. Que cada uno dé dos dólares. Pronto, no es momento de<br />
discutir.<br />
-¡Eh, un momento! -exclamó Téece poniéndose tieso, y erguido, muy erguido.<br />
Aparecieron los dólares. El viejo los metió dentro de su sombrero y se los dio a<br />
Belter.<br />
-Hijo -comentó-, no perderás el cohete.<br />
Belter miró sonriendo dentro del sombrero.<br />
-No, señor, me parece que no.<br />
-¡Devuélveles ese dinero! -gritó Téece.<br />
Belter se inclinó respetuosamente, tendiéndole el dinero. Teece no se movió.<br />
Belter depositó el dinero en el polvo, a los pies de Téece.<br />
-Ahí está su dinero, señor -dijo-. Muchísimas gracias.<br />
Sonriendo, montó en el caballo, lo hizo avanzar y le dio las gracias al viejo, que<br />
cabalgó con él hasta que se alejaron y desaparecieron.<br />
-Hijo de perra -murmuraba Teece mirando ciegamente al sol-. Hijo de perra.<br />
-Recoge el dinero, Samuel -dijo alguien desde el porche.<br />
Escenas similares se repetían a lo largo del camino. Niños blancos, descalzos,<br />
traían corriendo las noticias.<br />
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