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CRÓNICAS MARCIANAS RAY BRADBURY

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pueblo no va a tener siempre mil habitantes. Vendrán cincuenta mil, y al mes<br />

siguiente cien mil, y a fin de año cinco millones. ¡Y yo dueño del único quiosco de<br />

salchichas calientes en una concurrida carretera que lleva a las minas!<br />

La máscara flotó en el viento.<br />

~Nos vamos. Prepárese. El territorio es suyo.<br />

A la luz de las lunas, en el viento, como pétalos metálicos de alguna flor antigua,<br />

como plumas azules, como inmensas y silenciosas mariposas de cobalto, las<br />

viejas naves giraron y se deslizaron sobre las arenas, y las máscaras brillaron y<br />

resplandecieron hasta que el último reflejo, el último color azul, se perdió entre las<br />

colinas.<br />

-Elma, ¿por qué lo habrán hecho? ¿Por qué no me mataron? ¿No saben nada?<br />

¿Qué les pasa? ¿Tú lo entiendes, Elma? -le preguntaba Sam sacudiéndole un<br />

hombro-. ¡Soy dueño de medio Marte!<br />

-Elma miraba el cielo nocturno, esperando.<br />

-Ven -le dijo Sam---. Hay que arreglar la casa, cocinar todas las salchichas,<br />

calentar el pan, freír los pimientos, pelar y cortar las cebollas, preparar las salsas,<br />

poner las servilletas, barrer y limpiar. ¡Ja! -Dio unos pasos de baile, entrechocando<br />

los talones-. Oh, muchacho, qué feliz me siento, sí, señor, qué feliz me siento -<br />

cantó con voz desafinada-. ¡Es mi día de suerte!<br />

Corriendo de un lado a otro, coció las salchichas, cortó el pan, peló las cebollas.<br />

-Piénsalo, el marciano habló de una sorpresa. Eso sólo puede significar una cosa,<br />

Elma: cien mil personas llegan antes de lo esperado, esta misma noche, ¡entre<br />

todas las noches! ¡Nos van a inundar! Trabajaremos horas y horas durante días y<br />

días. Y todos esos turistas alrededor, mirando cosas. ¡Elma! ¡Piensa en el dinero!<br />

Salió de la casa y examinó el cielo. No vio nada.<br />

-Dentro de un minuto quizá -dijo aspirando con satisfacción el aire frío, levantando<br />

los brazos, golpeándose el pecho-. ¡Ah!<br />

Elma no hablaba. Pelaba tranquilamente unas patatas, con los ojos fijos en el cielo<br />

nocturno.<br />

-Sam -dijo media hora después-. Allá está, mira.<br />

Sam miró y vio.<br />

La Tierra.<br />

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