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-Supongo que habréis bautizado los cohetes...<br />
Los negros miraron el reloj del coche.<br />
-Sí, señor.<br />
-Como Elías y el Carro, El Gran Vehículo y El Pequeño Vehículo. Fe, Esperanza y<br />
Caridad, y otros nombres parecidos.<br />
-Bautizamos las naves, señor Téece.<br />
-Dios, Hijo y Espíritu Santo, supongo. Dime, muchacho, ¿no hay ninguno llamado<br />
Primera Iglesia Baptista?<br />
-Tenemos que marcharnos, señor Téece.<br />
Téece se echó a reír.<br />
-Tendreís uno llamado Swing low y otro llamado Sweet Chariot. El coche arrancó.<br />
-¡Adiós, señor Téece!<br />
-Alguno se llamará Roll Dem Bones.<br />
-Adiós, señor.<br />
-Y otro Over Jordan i[1] ¡Ja! Bueno, cárgate ese cohete a la espalda, muchacho,<br />
vuela con él, revienta con él, ¡ya ves cuánto me importa!<br />
El coche se alejó balanceándose en el polvo. El muchacho se incorporó, se volvió,<br />
acercó las manos a la boca, y gritó por última vez:<br />
-¡Señor Teece! ¡Señor Téece! ¿Qué va a hacer ahora por las noches? ¿Qué va a<br />
hacer por las noches, señor Téece?<br />
Silencio. El automóvil se alejó por el camino y desapareció.<br />
-¿Qué diablos quiso decir? -murmuró Téece pensativo-. ¿Qué voy a hacer por las<br />
noches?<br />
Miró cómo el polvo volvía a posarse en el camino, y de pronto comprendió.<br />
Recordó las noches en que unos hombres de mirada torva, sentados en los dos<br />
asientos de un automóvil, con las rodillas muy salientes, y entre ellas los fusiles<br />
más salientes aún, llegaban a su casa como un cargamento de sifones bajo los<br />
árboles nocturnos del estío. Tocaban la bocina y él salía dando un portazo, con un<br />
arma en la mano, riéndose por dentro y el corazón latiéndole de prisa, como el<br />
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