CRÓNICAS MARCIANAS RAY BRADBURY

More documents

Recommendations

Info

A la nieve que cae calladamente en una habitación oscura, a una película muda en un cine muy viejo, a cien millones de rostros que descienden como esos globitos de Año Nuevo, que descienden y descienden en la nada. Eso era el tiempo, su sonido, su olor. Y esta noche (y Tomás sacó una mano fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo. La camioneta se internó en las colinas del tiempo. Tomás sintió unas punzadas en la nuca y se sentó rígidamente, con la mirada fija en el camino. Entraba en una muerta aldea marciana; paró el motor y se abandonó al silencio de la noche. Maravillado y absorto contempló los edificios blanqueados por las lunas. Deshabitados desde hacía siglos. Perfectos. En ruinas, pero perfectos. Puso en marcha el motor, recorrió algo más de un kilómetro y se detuvo nuevamente. Dejó la camioneta y echó a andar llevando la bolsa de comestibles en la mano, hacia una loma desde donde aún se veía la aldea polvorienta. Abrió el termos y se sirvió una taza de café. Un pájaro nocturno pasó volando. La noche era hermosa y apacible. Unos cinco minutos después se oyó un ruido. Entre las colinas, sobre la curva de la antigua carretera, hubo un movimiento, una luz mortecina, y luego un murmullo. Tomás se volvió lentamente, con la taza de café en la mano derecha. Y asomó en las colinas una extraña aparición. Era una máquina que parecía un insecto de color verde jade, una mantis religiosa que saltaba suavemente en el aire frío de la noche, con diamantes verdes que parpadeaban sobre su cuerpo, indistintos, innumerables, y rubíes que centelleaban con ojos multifacéticos. Sus seis patas se posaron en la antigua carretera, como las últimas gotas de una lluvia, y desde el lomo de la máquina un marciano de ojos de oro fundido miró a Tomás como si mirara el fondo de un pozo. Tomás levantó una mano y pensó automáticamente: ¡Hola!, aunque no movió los labios. Era un marciano. Pero Tomás habla nadado en la Tierra en ríos azules mientras los desconocidos pasaban por la carretera, y había comido en casas extrañas con gente extraña y su sonrisa había sido siempre su única defensa. No llevaba armas de fuego. Ni aun ahora advertía esa falta aunque un cierto temor le oprimía el pecho. También el marciano tenía las manos vacías. Durante unos instantes, ambos se miraron en el aire frío de la noche. Tomás dio el primer paso. 84
- ¡Hola! - gritó. - ¡Hola! - contesto el marciano en su propio idioma. No se entendieron. - ¿Has dicho hola? - dijeron los dos. - ¿Qué has dicho? - preguntaron, cada uno en su lengua. Los dos fruncieron el ceño. - ¿Quién eres? - dijo Tomás en inglés. - ¿Qué haces aquí - dijo el otro en marciano. - ¿A dónde vas? - dijeron los dos al mismo tiempo, confundidos. - Yo soy Tomás Gómez, - Yo soy Muhe Ca. No entendieron las palabras, pero se señalaron a sí mismos, golpeándose el pecho, y entonces el marciano sé echó a reír. - ¡Espera! Tomás sintió que le rozaban la cabeza, aunque ninguna mano lo había tocado. - Ya está - dijo el marciano en inglés -. Así es mejor. - ¡Qué pronto has aprendido mi idioma! - No es nada. Turbados por el nuevo silencio, ambos miraron el humeante café que Tomás tenía en la mano. - ¿Algo distinto? - dijo el marciano mirándolo y mirando el café, y tal vez refiriéndose a ambos. - ¿Puedo ofrecerte una taza? - dijo Tomás. - Por favor. El marciano descendió de su máquina. Tomás sacó otra taza, la llenó de café y se la ofreció. 85
Page 1 and 2:
CRONOLOGÍA CRÓNICAS MARCIANAS RAY
Page 3 and 4:
vapores rojos y los hombres lanzaba
Page 5 and 6:
- Bueno, Ylla, ya sabes que detesto
Page 7 and 8:
- He pensado que podríamos salir m
Page 9 and 10:
- Sí, es sólo un paseo - respondi
Page 11 and 12:
¿Hablaría? ¿Gritaría; «¡Entre
Page 13 and 14:
Y cuando los músicos soplaron en l
Page 15 and 16:
-Y nosotros-dijo el capitán señal
Page 17 and 18:
El murmullo y el canto de las voces
Page 19 and 20:
Durante unos instantes se oyeron un
Page 21 and 22:
-Sí-dijo. -Y... Sácate el dedo de
Page 23 and 24:
-Me figuro que no podría usted...
Page 25 and 26:
Todos callaron; los marcianos, ojer
Page 27 and 28:
-No, alucinados. Nos comunican su d
Page 29 and 30:
Era mediodía. Cuando llegaron al c
Page 31 and 32:
-Alucinaciones-murmuró aturdidamen
Page 33 and 34: pálido leviatán marino por las ag
Page 35 and 36: alejada, para evitar otro desastre.
Page 37 and 38: odiaba la guerra, y que uniéndose
Page 39 and 40: -Propongo que rompamos la puerta de
Page 41 and 42: -¿Qué pasa, Lustig? -Capitán, ca
Page 43 and 44: -Volverán, por supuesto -dijeron l
Page 45 and 46: El capitán casi cayó al suelo com
Page 47 and 48: El capitán dejó aquel país de hu
Page 49 and 50: ¿Y si los marcianos hubieran sacad
Page 51 and 52: Wilder y a Cheroke y Hathaway y Sam
Page 53 and 54: -Nada en absoluto. Así que fui a i
Page 55 and 56: pidiendo algo más. Cheroke se, qui
Page 57 and 58: nombres... Nunca nos serán familia
Page 59 and 60: moviera de pronto en la ciudad muer
Page 61 and 62: El capitán sonrió vagamente. -Esp
Page 63 and 64: aprendí a descifrar el idioma marc
Page 65 and 66: El capitán miró las colinas que s
Page 67 and 68: -Gracias -respondió Spender tomand
Page 69 and 70: -No. A la hora del desayuno, despu
Page 71 and 72: insensata de un modo nuevo. La vida
Page 73 and 74: El capitán se reunió con sus homb
Page 75 and 76: Le hizo una seña a Spender con la
Page 77 and 78: Los Colonos Los hombres de la Tierr
Page 79 and 80: -¿Qué haré yo en este mundo? ¿H
Page 81 and 82: a tierra. Diez billones de diamante
Page 83: - Muchísimo. Siempre hay algo nuev
Page 87 and 88: - Y si yo soy real, tú debes de es
Page 89 and 90: - No. - ¡Maldita sea! ¡Ahí está
Page 91 and 92: - ¿Quién desea ver el futuro? ¿Q
Page 93 and 94: Los niños de ojos de ágata azul,
Page 95 and 96: -¿Cómo lo sabes? -Lo dicen en tod
Page 97 and 98: -¡No grites! Lloriqueando así en
Page 99 and 100: -¡Sólo lo que le han dicho! ¡Cri
Page 101 and 102: -Los que tienen, ayudan a los que n
Page 103 and 104: -Señor Teece... -Y hay que arregla
Page 105 and 106: -Y yo -dijo un tercero. -¿Qué pre
Page 107 and 108: corazón de un niño de diez años.
Page 109 and 110: -¡Miren! -Antes me muero -dijo Té
Page 111 and 112: -¿Era esto lo que quería, señor?
Page 113 and 114: -¿De veras? -Así es. El hombre, d
Page 115 and 116: - ¡Pronto quemarán a los Babbitt!
Page 117 and 118: -¿Qué hacemos con él, señor? -Q
Page 119 and 120: sulfurosas con lenguas de fuego ver
Page 121 and 122: casi borrachos, corrían por las sa
Page 123 and 124: -No -dijo la señorita Blunt riénd
Page 125 and 126: -Pero cómo, yo recuerdo esto -jade
Page 127 and 128: Garrett se sentía más despejado.
Page 129 and 130: ¿Y no era natural que al fin llega
Page 131 and 132: -Ven a acostarte, estás soñando.
Page 133 and 134: Tom se echó a reír sacudiendo la
Page 135 and 136:
-Esta noche, muchas cosas. ¿Conoce
Page 137 and 138:
-Antes no hablabas así -dijo Anna-
Page 139 and 140:
-No, pero la he oído cantar. ¿Rec
Page 141 and 142:
Las sombras se movieron, la parra c
Page 143 and 144:
pronunciado en los últimos cinco m
Page 145 and 146:
La Farge esperó cinco minutos y de
Page 147 and 148:
de Júpiter y Plutón dentro de uno
Page 149 and 150:
-Un arma -gritó Sam Parkhill. En u
Page 151 and 152:
-El barco de arena. ¡Sube! -¿Y de
Page 153 and 154:
-Sam -dijo Elma al cabo de un rato-
Page 155 and 156:
~¿Qué? Una mano enjoyada se movi
Page 157 and 158:
pueblo no va a tener siempre mil ha
Page 159 and 160:
abran las puertas! Dentro de un mil
Page 161 and 162:
DICIEMBRE DE 2005 Los pueblos silen
Page 163 and 164:
Apresuró el paso. -Alguien tendrí
Page 165 and 166:
El teléfono chilló. Gripp lanzó
Page 167 and 168:
Un zumbido. Sacudió la horquilla.
Page 169 and 170:
Walter entró en la calle principal
Page 171 and 172:
-Porque todos se metían conmigo. P
Page 173 and 174:
lateral, y atravesando el solitario
Page 175 and 176:
A las tres de la mañana quemó los
Page 177 and 178:
preguntamos si quería venir con no
Page 179 and 180:
-Recuerdo que cenamos juntos la ví
Page 181 and 182:
-Lo encontré, capitán. -¿Y? Will
Page 183 and 184:
-Le hubiera gustado oír eso. Estab
Page 185 and 186:
De noche, cuando el viento barre el
Page 187 and 188:
La casa era un altar con diez mil a
Page 189 and 190:
Una suave música se alzó como fon
Page 191 and 192:
Murieron otras diez voces. Y en el
Page 193 and 194:
Eran unas pocas piedras rosadas, do
Page 195 and 196:
pantalones azules; una línea de pi
Page 197 and 198:
-¿Por cuánto tiempo, papá? -preg
Page 199 and 200:
Entraron en la vasta ciudad de pied
Page 201 and 202:
manos. Sois jóvenes. Os repetiré
show all

CRÓNICAS MARCIANAS RAY BRADBURY

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

Delete template?

Save as template?