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De pronto dejó de llamar y batió las palmas, echándose a reír. ¡Por supuesto!<br />
Buscó en la guía telefónica y llamó al mayor salón de belleza de la ciudad de<br />
Nueva Texas. ¡Sólo en uno de esos diamantinos y aterciopelados salones podía<br />
entretenerse una mujer! Allí estaría, con una capa de barro sobre la cara o<br />
sentada bajo un secador.<br />
El teléfono sonó. Alguien en el otro extremo de la línea levantó el auricular<br />
-¿Hola? -dijo una voz de mujer.<br />
-Si es una grabación -anunció Walter Gripp- iré ahí y haré pedazos el lugar.<br />
-No es una grabación -dijo la voz---. ¡Hola! ¡Hola! ¡Oh, hay alguien vivo! ¿Dónde<br />
está usted?<br />
La mujer gritó, deleitada.<br />
Walter Gripp casi tuvo un colapso.<br />
-¡Usted! -dijo tambaleándose' con los ojos extraviados-. Dios santo, qué suerte,<br />
¿cómo se llama?<br />
-Genevieve Selsor. -La mujer sollozó en el receptor---. ¡Oh, me siento tan contenta<br />
al escucharlo, quienquiera que usted sea!<br />
-Walter Gripp.<br />
-¡Walter, hola, Walter!<br />
-Hola, Genevieve.<br />
-¡Walter! Qué nombre tan bonito. Walter, Walter.<br />
-Gracias.<br />
-¿Dónde estás, Walter?<br />
La voz de mujer era tan dulce, tan amable y delicada... Walter apretó el auricular<br />
contra la oreja para que ella pudiera murmurarle dulcemente en el oído. Sintió que<br />
se le aflojaban las piernas. Le ardían las mejillas.<br />
-Estoy en el pueblo Marlin...<br />
Un zumbido.<br />
-¿Hola? -dijo Gripp.<br />
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