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Se elevaba sobre las colinas, llena y verde, como una piedra finamente tallada.<br />
-La buena y vieja Tierra -suspiró Parkhill cariñosamente-. La vieja y maravillosa<br />
Tierra. Mándame tus hambrientos desfallecidos. Algo.... algo, ¿cómo dice el<br />
poema? Mándame tus hambrientos, vieja Tierra. Aquí está San Parkhill con las<br />
salchichas preparadas, los pimientos en la sartén y todo limpio como un espejo.<br />
Vamos, Tierra, ¡mándame tus cohetes!<br />
Salió y contempló su quiosco. Allí estaba, perfecto como un huevo recién puesto<br />
en el antiguo fondo del mar, el único núcleo de luz y calor en cien kilómetros<br />
cuadrados de tierra desolada, como un corazón solitario en un enorme cuerpo<br />
sombrío. Sam se sintió triste de orgullo, mirando el quiosco con ojos húmedos.<br />
-Uno se siente humilde -dijo entre el olor de las salchichas, los panes calientes y la<br />
mantequilla-. ¡Vengan! -dijo, invitando a las estrellas del cielo-. ¿Quién será el<br />
primer cliente?<br />
-Sam -dijo Elma.<br />
La Tierra cambió en el cielo negro.<br />
Una parte pareció volar en innumerables pedazos, como un gigantesco<br />
rompecabezas. Luego ardió durante un minuto con un resplandor siniestro, tres<br />
veces mayor que el normal, y se fue apagando.<br />
-¿Qué ha sido eso? -preguntó Sam mirando el fuego verde en el cielo.<br />
-La Tierra ~dijo Elma juntando las manos.<br />
-No puede ser la Tierra. No es la Tierra. No, no es la Tierra. No puede ser.<br />
-¿Quieres decir que no podía ser la Tierra? -dijo Elma mirándolo-. No, ya no es la<br />
Tierra. ¿Es eso lo que quieres decir?<br />
-No es la Tierra, no; no podía ser -gimió Sam.<br />
Y se quedó allí inmóvil, con los brazos colgantes, la boca abierta, la mirada<br />
apagada.<br />
-Sam -llamó Elma. Por primera vez, después de muchos días, le brillaban los ojos-<br />
. ¿Sam?<br />
Sam contemplaba el cielo.<br />
-Bueno -dijo Elma. Miró alrededor unos instantes, en silencio, y luego, de pronto,<br />
se echó una servilleta al brazo-. Enciende las luces, ¡que suene la música, que se<br />
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