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Volumen 18. Teatro - Novela - "La Edad de Oro"

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236 MARTí /’ ;iOVPLA<br />

Dos amigas están sentadas a la sombra <strong>de</strong> la magnolia, nuestra an-<br />

tigua conocida. En un sillón está sentada Lucía. Otras sillas <strong>de</strong> mimbre<br />

esperan a sus dueñas, que andan preparando dulces por los a<strong>de</strong>ntros <strong>de</strong><br />

la casa, o con Ana, que no está bien hoy. Está muy pálida. No se espera<br />

gente <strong>de</strong> afuera aquella tar<strong>de</strong>; Juan Jerez no está en la ciudad: fue el<br />

viernes a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r en el tribunal <strong>de</strong> un pueblo vecino los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong><br />

unoa indios a sus tierras, y aún no ha vuelto. Lucía hubiera estado más<br />

triste, si no hubiera tenido a BU amiga a BU lado. Juan no pue<strong>de</strong> venir.<br />

Ferrocarril no hay hoy. A caballo, es muy lejos. A los pies <strong>de</strong> Lucía,<br />

en una banqueta, con los brazos cruzados sobre las rodillas <strong>de</strong> la niña,<br />

iquién es la que está sentada, y la mira con largas miradas, que se<br />

entran por e! alma como reinas hermosas que van a buscar en ella BU<br />

aposento, y a quedarse en ella; y la <strong>de</strong>ja jugar con su cabeza, cuya<br />

cabellera castaña <strong>de</strong>strenza y revuelve, y alisa luego hacia arriba con<br />

mucho cuidado, <strong>de</strong> modo que se le vea el noble cuello? A los pies <strong>de</strong><br />

Lucía está Sol <strong>de</strong>l Valle.<br />

Des<strong>de</strong> la noche <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong> Keleffy, Lucía y Sol se han visto muchas<br />

veces. JDe conocerla, cómo había <strong>de</strong> librarse, en estas ciuda<strong>de</strong>s nuestras<br />

en que todo el mundo se conoce. 3 Aquella misma noche, y no fue Juan<br />

por cierto, Lucía, muy adulada por la directora <strong>de</strong>l Instituto <strong>de</strong> la Merced,<br />

<strong>de</strong> don<strong>de</strong> había salido tres años antes, se vio en brazos <strong>de</strong> Sol, que la<br />

miraba llena <strong>de</strong> esperanza y ternura. Se levontó la directora y llevó a Sol<br />

<strong>de</strong> la mano a don<strong>de</strong> Lucía estaba, taciturna. <strong>La</strong>s vio venir, y se echó atrás.<br />

-fVíenen a mí, a mí! se dijo.<br />

-Lucia, aquí te traigo una amiga, para que te la pongas en el co-<br />

razón, y me la cui<strong>de</strong>s como cosa <strong>de</strong> tu casa. En tus manos la puedo<br />

<strong>de</strong>jar: tú no eres envidiosa.<br />

Y a Sol se le encendía el robtro, sin saber qué <strong>de</strong>cir, y a Lucía se le<br />

<strong>de</strong>svanecía el color, buscando en bal<strong>de</strong> fuerzas con que mover la mano<br />

y abrir los labios en una sonrisa.<br />

-Pero esto no ha <strong>de</strong> ser así, no.<br />

Y la directora puso el brazo <strong>de</strong> Sol en el <strong>de</strong> Lucía, y acompañadas<br />

<strong>de</strong> miradas celosas, se refugió por algunos momentos con ellas en un<br />

balcón, cuya baranda <strong>de</strong> granito estaba oculta bajo una enreda<strong>de</strong>ra flo-<br />

recida <strong>de</strong> rosas salomónicas. El balcón era gran<strong>de</strong> y solemne; la noche,<br />

ya muy entrada, y el cielo, cariñoso y locuaz, como se pone en nuestros<br />

países cuando el aire está claro, y parece como que platican y se hacen<br />

visitas las estrellaa.<br />

AMISTAD FUNESTA<br />

-Y ante todo, Lucía y Sol, <strong>de</strong>nse un beso.<br />

-Mira, Lucía,-dijo la directora juntando en sua manos las <strong>de</strong> las<br />

dos niñas y hablando como si no estuviese Sol con ellas, quien se sentía<br />

las mejillas ardientes, y el pecho apretado con lo que la maestra iba<br />

diciendo, tanto, que por un instante vio el cielo todo negro, y como que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su casita la estaba llamando doña Andrea--Mira, Lucía, tú sabes<br />

cómo entra en la vida Sol <strong>de</strong>l Valle, como lo sabe todo el mundo. Su<br />

padre se ha muerto. Su madre estó en la mayor pobreza. Yo, que la<br />

quiero como a una hija, he procurado educarla para que se salve <strong>de</strong>l<br />

peligro <strong>de</strong> ser hermosa siendo tan pobre.<br />

Sintió Lucía en aquel instante como si la mano <strong>de</strong> Sol le temblase<br />

en la suyo, y hubiese hecho un movimiento por retirarla y ponerse en pie.<br />

-Señora...<br />

-No, no, Lucía. <strong>La</strong> que va a ser mujer <strong>de</strong> Juan Jerez...<br />

<strong>La</strong> sombra <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las cortinas <strong>de</strong> la enreda<strong>de</strong>ra, que flotaba al<br />

influjo <strong>de</strong>l aire, escondió en este instante el rostro <strong>de</strong> Sol.<br />

-...merece que yo ponga en sus manos, para que me la enseñe al<br />

mundo a BU lado y me la proteja, la joya <strong>de</strong> la casa con que ha sido<br />

Juan Jerez tan bueno.<br />

Aquí la cortina flotante <strong>de</strong> la enreda<strong>de</strong>ra cubrió con su sombra el<br />

rostro <strong>de</strong> Lucía.<br />

-Juan...<br />

-Juan ha sido muy bueno, dijo como con cierta prisa voluntaria<br />

la directora. El apenas conoce a Sol, porque ha ído muy poco a casa<br />

<strong>de</strong> doña Andrea; pero como es tan generoso, se alegrará <strong>de</strong> que tú<br />

ampares a esta niña, con el respeto <strong>de</strong> tu casa, <strong>de</strong> los que, porque la<br />

verán <strong>de</strong>svalida...<br />

Más blanco que BU vestido pudo verse en este momento, el rostro <strong>de</strong> Sol.<br />

-...querrán faltarle al respeto. Ya Sol ha acabado su colegio; pero<br />

para que mi obra no que<strong>de</strong> incompleta, voy a <strong>de</strong>jarla en él como pro.<br />

fesora, y así ayudará a su madre a llevar los gastos <strong>de</strong> la casa, y le<br />

hemos tomado ya a doña Andrea una casita mejor, cerca <strong>de</strong>l Instituto,<br />

Yo espero. añadió la señora gravemente, y como si las estrellas no estu.<br />

viesen brillando en el cielo, que Sol será una buena maestra. Yo, Lucía,<br />

no podré llevarla a todas partes, porque ya he <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser joven, y<br />

los cuidados <strong>de</strong>l colegio me lo impi<strong>de</strong>n; pero quiero que tú hagas mis<br />

veces, y ya lo sabes, dijo con una ligera emoción en la voz dando un<br />

beso en la mejilla <strong>de</strong> Lucía, cuídamela. Que sientan que el que no puedo<br />

llegar hasta ti, no pue<strong>de</strong> llegar hasta ella. Cuando haya una fiesta,<br />

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