Volumen 18. Teatro - Novela - "La Edad de Oro"
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262 MARTí / NOVELA<br />
Ni había cosa que a Lucía pusiese en mayor enojo que hallarlos conver-<br />
sando, cuando volvía, <strong>de</strong> la caza <strong>de</strong> ayer, <strong>de</strong>l jabali en preparación, <strong>de</strong> la9<br />
fiestas <strong>de</strong> cacería en los castillos señoriales <strong>de</strong> Europa, <strong>de</strong> la pobre Ana,<br />
<strong>de</strong> los tamales <strong>de</strong> Petrona Revolorio. Y Pedro, <strong>de</strong> otras mujeres tan<br />
temido, era con la mayor tranquilidad puesto por Sol, ya a que le leyese<br />
la “Amalia” <strong>de</strong> Mármol o la “María” <strong>de</strong> Jorge Isaacs, que <strong>de</strong> la ciudad<br />
les habían enviado, ya, para unos cobertores <strong>de</strong> mesa que estaba bordando<br />
a la directora, a que <strong>de</strong>vanase el estambre.<br />
-Sí, sí, hoy estaba muy hermosa. Dime, tú, espejo: ila querrá Juan?<br />
ila querrá Juan? iPor qué no soy como ella? Me rasgaría las carnes:<br />
me abriría con las kas las mejillas. Cara imbécil, ipor qué no SOY como<br />
ella? Hoy estaba muy hermosa. Se le veía la sangre y se le sentía el<br />
perfume por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la muselina blanca.<br />
Y se sentaba Lucía, sola en su cuarto en una silla sin espaldar, sin<br />
quitarse los vestidos, ya a más <strong>de</strong> medianoche, y a poco rato se levantaba,<br />
se miraba otra vez al espejo, y se sentaba nuevamente, la cara entre las<br />
manos, los codos en las rodillas. Luego rompía a hablarse:<br />
-Yo me veo, sí, yo me veo. iQué es lo que tengo, que me parezco<br />
fea a mí misma? Y yo no lo soy, pero lo estoy siendo. Juan lo ha <strong>de</strong> ver;<br />
Juan ha <strong>de</strong> ver que estoy siendo fea. iAy! ipor qué tengo este miedo!<br />
iQuién es mejor que Juan en todo el mundo? iCómo no me ha <strong>de</strong> querer<br />
él a mí, si él quiere a todo el que lo quiere? iquién, quién lo quiere a él<br />
más que yo? Yo me echaría a sus pies. Yo le besaría siempre las manos.<br />
Yo le tendría siempre la cabeza apretada sobre mi corazón. iY esto ni<br />
se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, esto que yo quisiera hacer! Si yo pudiera hacer esto, él<br />
sentiría todo lo que yo lo quiero, y no podría querer a más nadie. iSol!<br />
iSol! iquién es Sol para quererlo como yo lo quiero? iJuan!... iJuan!...<br />
Y conteniendo la voz se iba hacía la ventana abierta, y tendía las<br />
manos como sin querer, llamando a Juan a quien acababa <strong>de</strong> escribir sin<br />
<strong>de</strong>cirle que viniese.<br />
Empujó violentamente la9 dos hojas <strong>de</strong> la ventana, y arrodillándose<br />
<strong>de</strong> repente junto a ella, sacó afuera, como a que el aire se la hume<strong>de</strong>ciese,<br />
la cabeza; y la tuvo apoyada algún tiempo sobre el. marco, sin que le<br />
molestase aquella almohada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra.<br />
---iNo pue<strong>de</strong> ser! ino pue<strong>de</strong> ser. 1 dijo levantándose <strong>de</strong> pronto: Juan<br />
va a quererla. Lo conozco cada vez que la mira. Se sonríe, con un cariño<br />
que me vuelve loca. Se le ve, se le ve que tiene placer en mirarla. Y<br />
luego iesa imbécil es tan buena! No es mentira, no: es buena. ~YO misma,<br />
AMISTAD FUNESTA 263<br />
yo misma no la quiero? iSí, la quiero, y la odio! iQué sé yo qué ea lo<br />
que me pasa por la cabeza? iJuan, Juan, ven pronto; Juan, Juan, no<br />
venga9 !<br />
-6 *Cómo no ha <strong>de</strong> quererla Juan ? <strong>de</strong>cía la infeliz, entre golpes <strong>de</strong><br />
lágrimas, a los pocos momentos, siendo aquel llanto <strong>de</strong> Lucía extraño,<br />
porque no venía a raudal y <strong>de</strong> seguida, aliviando a la que lloraba, sino<br />
a borbotones e intervalos, sofocándola y exaltándola, parecido al agua<br />
que baja, tropezando entre peñas, por los torrentes. iCómo no ha <strong>de</strong><br />
quererla Juan, si no hay quien ame lo hermoso más que él, y la Virgen<br />
<strong>de</strong> la Piedad no es tan hermosa como ella? Juan... Juan... <strong>de</strong>cía en voz baja,<br />
como para que Juan viniese sin que nadie lo viera; isín que Sol lo viera!<br />
-Y si viene... y sí la mira... iyo, no puedo soportar que la mire!...<br />
ini que la mire siquiera ! Y si está aquí un mes, dos meses. Y si ella<br />
no quiere a Pedro Real, porque no lo quiere, y Ana le dice que no lo<br />
quiera. Y ella va a querer a Juan jcómo no va a quererlo? iQuién no<br />
lo quiere <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que lo ve ? Ana lo hubiera querido, si no supiese que ya<br />
él me quería a mí* , iporque Ana es buena! A<strong>de</strong>la lo quiso como una loca;<br />
yo bien lo vi, pero él no pue<strong>de</strong> querer a A<strong>de</strong>la. Y Sol ipor qué no lo<br />
ha <strong>de</strong> querer? Ella es pobre; él es muy rico. Ella verá que Juan la<br />
mira. iQué marido mejor p-le<strong>de</strong> tener ella que Juan? Y me lo quitará,<br />
me lo quitará si quiere. Yo he-visto que me lo quiere quitar. Yo veo<br />
como se queda oyéndole cuando habla; así me quedaba yo oyéndole<br />
cuando era niña. Yo veo que cuando él sale, ella alza la cabeza para<br />
seguirle viendo. iY van a estar aquí un mes, dos meses! ella siempre con<br />
Ana, todos con Ana siempre. El recreando los ojos en toda su hermosura.<br />
Yo, callada a su lado, con los labios llenos <strong>de</strong> horrores que no digo, odiosa<br />
y fiera. Esto no ha <strong>de</strong> ser, no ha <strong>de</strong> ser, no ha <strong>de</strong> ser. 0 Sol se va, o yo<br />
me iré. Pero icómo me he <strong>de</strong> ir yo? , * ique me lo robe alguien si pue<strong>de</strong>!<br />
Y abrió los brazos en la mitad <strong>de</strong>l cuarto, como <strong>de</strong>safiando, y le cayó<br />
por las espaldas <strong>de</strong>satada la cabellera negra.<br />
-iQue no se sienten juntos: que yo no lo vea!<br />
Y con los labios apoyados sobre el puño cerrado, quedó dormida en<br />
un sillón cerca <strong>de</strong> la ventana, sombreándole extrañamentè el rostro, al<br />
agitarse movida por el aire, la cabellera negra.<br />
¿A quién vio la mañana siguiente Lucía, sentado en e! colgadizo, con<br />
Sol y con Ana?<br />
venir.<br />
V enía con paso lento, y como si no hubiera querido<br />
-iNo<br />
avisarle.<br />
le diga, no le diga!... a Sol que se levantaba como para