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El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época

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Textos como éste, que parecen haberse escrito hoy mismo, son ilustrativos<br />

del compromiso que <strong>Pasquau</strong> fue adquiriendo con <strong>su</strong> oficio de maestro.<br />

Opuesto por igual a la demagogia utópica de ciertos teóricos educativos<br />

vanguardistas, que menospreciaban herramientas de la inteligencia como la memoria<br />

o relegaban a un segundo plano los contenidos conceptuales en los curricula<br />

escolares, como a la rigidez de viejos programas que encorsetaban el conocimiento,<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Pasquau</strong> daba clases, impartía conferencias o escribía artículos de pedagogía,<br />

historia, geografía, arte o filosofía, en los que más allá de dar respuestas cerradas<br />

prefería abrir preguntas y obligar a pensar. En este sentido <strong>su</strong>s escritos referidos a<br />

educación, a pedagogía de la educación, al valor formativo de las disciplinas humanísticas<br />

(tildadas a veces de «ciencias inútiles» en la mentalidad materialista), algunos<br />

recogidos en la prensa de la <strong>época</strong>, otros recopilados por iniciativas particulares,<br />

y muchos más inéditos todavía, son de una actualidad sorprendente y ponen<br />

de manifiesto el carácter pionero que tuvo la labor docente de este gran Maestro.<br />

Hoy <strong>su</strong> huella, <strong>su</strong> recuerdo en los miles de jóvenes a los que enseñó, cobra mayor<br />

relevancia cada año que pasa. Hoy vale la pena rescatar <strong>su</strong> obra escrita referida a<br />

temas pedagógicos diversos pues tiene más vigencia que nunca, evidenciando que<br />

la claridad de ideas que guiaba <strong>su</strong> vida se trasladaba a la escuela.<br />

No cabe duda de que la escuela y la familia fueron para <strong>Juan</strong> <strong>Pasquau</strong> los<br />

pilares de la sociedad, en los que se formaban los ciudadanos libres. Su filosofía<br />

educativa sigue viva y vigente hoy, y es válida para cualquier maestro, independientemente<br />

de que se eduque a los jóvenes en centros privados o públicos, pues<br />

la moral, la ética que se ajusta a la defensa de los derechos humanos, trasciende<br />

lo confesional. Solo reseñar, como hemos dicho antes, que para <strong>Juan</strong> un alumno<br />

no se olvida nunca. Buena prueba de ello es la numerosa correspondencia que<br />

se conserva en el archivo familiar relacionada con cartas que intercambiaba con<br />

antiguos alumnos. A título de ejemplo, recogemos un fragmento de una que llegó<br />

a la casa de <strong>Juan</strong> cuando él ya había muerto, dirigida a <strong>su</strong> mujer, Rosa Liaño. En<br />

esta líneas se demuestra que del oficio de maestro, como en el de padre, no existe<br />

la total jubilación:<br />

«Querida doña Rosa (...) Las cartas de D. <strong>Juan</strong> eran de verdad hermosas y densas,<br />

expresión de afecto y amistad, pero también manifestación de sentimientos<br />

y confidencias (...) <strong>El</strong> esquema de <strong>su</strong>s cartas solía comprender tres partes: La<br />

primera era para contar los hechos más recientes de <strong>su</strong> vida, <strong>su</strong>s experiencias.<br />

Hablaba siempre de <strong>su</strong> familia y contaba muchas cosas de <strong>su</strong> esposa. A través de<br />

él <strong>su</strong>pe que la había conocido y cuánto la quería. La segunda era para contar <strong>su</strong>s<br />

vivencias espirituales, <strong>su</strong>s ideales, algunos problemas, para hablar de teología, de<br />

la que tenía un conocimiento profundo y actualizado. Recuerdo que en una de<br />

<strong>su</strong>s últimas cartas me analizaba el pensamiento de algunos de los teólogos de más<br />

actualidad, en el que se había adentrado vitalmente. La tercera parte me hacía<br />

<strong>El</strong> humanista <strong>ubetense</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Pasquau</strong> <strong>Guerrero</strong><br />

y <strong>su</strong> <strong>época</strong><br />

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