El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época

en el teatro Ideal Cinema, comenzó con una oración comunitaria, rogando por
la salud de Juan Pasquau. Una vez más tomó la iniciativa su incondicional amigo
Antonio Vico. Juan recibía noticias de todo lo que pasaba en Úbeda y durante su
larga estancia en este hospital tuvo en la mesita de noche la revista que recibió de
sus amigos con la imagen de la Santa de Ávila en la portada.
El diagnóstico de su grave dolencia llegó por fin: «Púrpura Trombótica
Trombocitopénica ó enfermedad de Moschovitz». El tratamiento que recibió, con
corticoides, tuvo buena respuesta inicialmente. El apoyo de Rosa, su deseo de ver
a los hijos, su fe inquebrantable, le dan ánimos. Desde la Clínica madrileña recibe
la noticia de que ha salido en el Jaén, el 27 de septiembre, su artículo sobre Santa
Teresa, que ha gustado mucho791 . Luego, cuando vuelva a Úbeda, después de aquella
pesadilla hospitalaria, escribirá otro artículo dedicado a esta mística, titulado
«Más sobre Santa Teresa». Fue como el «Decíamos ayer» de Fray Luis de León, y
una vuelta a la esperanza. Pero la realidad es que la muerte le había dado a Juan
Pasquau sólo una prórroga, un regalo de ocho años que él y los suyos poblaron de
esperanza, soñando con el milagro, llenando la incertidumbre y los días oscuros de
esperanza, de claridad....
Juan estuvo ingresado en esta clínica madrileña hasta el 18 de noviembre.
Allí recibió muchas, cartas, visitas de amigos y familiares, y no paraba de sonar
el teléfono interesándose por su salud. Le hizo frente al dolor con la filosofía que
habría aprendido en su casa, que había predicado, que ahora practicaba: con frecuencia
bromeaba con los amigos en las horas de visita e intentaba animar a Rosa.
Ella, que se moría por dentro, disimulaba su pena ante él. Quienes estuvieron a
su lado cuentan que Juan resistió con gran entereza esta prueba; sin lamentase
de dolor que le causaban numerosas exploraciones. Había escrito mucho sobre el
dolor y su significado y ahora supo aplicar aquello a su vida. Le ayudó mucho su
fe cristiana, como en otros en los momentos duros de su vida: su cristianismo era
firme. No tenía miedo a morir.
El diario de esos días que escribió Rosa refleja hasta qué punto aquellas
dos almas que se enamoraron un luminoso día en la brumosa Galicia habían
aprendido en que consiste amar sin medida, en la enfermedad y en la salud. Omito
detalles muy tristes, o que forma parte de la intimidad de dos enamorados que,
desde una clínica madrileña sueñan ahora, como el mejor regalo del cielo, con
volver a su casa y abrazar a los hijos. Pero considero importante reproducir algunos
párrafos del diario de Rosa para dejar constancia de la gratitud que ella y su familia
guardará siempre hacia todos los que les ayudaron entonces, y del amor que recibió
en los momentos más duros de su vida. Y para conocer, dentro de lo posible, la
791 Coincide este triste acontecimiento de su estancia en Madrid con la publicación en diario Jaén del artículo de
Pasquau titulado «Teresa de Jesús, Doctora», que salió el 2 de septiembre.
El humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero
y su época
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