11.05.2013 Views

El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época

El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época

El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

268<br />

A estas alturas de la vida <strong>Juan</strong> va camino de los 2 años y hace más de tres<br />

que <strong>su</strong> casa en la calle Gradas de San Isidro está muy fría. Acaso por eso él descuida<br />

<strong>su</strong> aspecto más de lo que debiera, y hay días que lleva puesto un calcetín de cada<br />

color. Lo que nos lleva a preguntarnos sobre la imagen externa de <strong>Juan</strong> <strong>Pasquau</strong><br />

en 1950, poco antes de que «esté novio», como él decía él en <strong>su</strong>s memorias. Una<br />

singular descripción <strong>su</strong>ya, publicada por un amigo de entonces, nos da la primera<br />

imagen que debió de conocer conoció Rosa en el verano de 1951. Aunque ella afirma<br />

que cuando le conoció «iba muy arregladito». De todos modos Rosa <strong>su</strong>po ver<br />

en <strong>Juan</strong> (nunca le llamaba <strong>Juan</strong>ito) valores que iban mucho más allá de <strong>su</strong>s aspecto<br />

físico; del «torpe aliño indumentario», como decía Antonio Machado, que era habitual<br />

en él. Es pues buen momento para recoger esta interesante crónica de Mateo<br />

Carrasco Duarte, a modo de retrato físico, y hasta psicológico de <strong>Juan</strong> <strong>Pasquau</strong>:<br />

«Usted, amigo lector, está acostumbrado a ver esta firma en nuestro diario. Una<br />

o dos veces a la semana, Vd. Lee los artículos de <strong>Juan</strong>ito <strong>Pasquau</strong>. Usted, como<br />

se dice usando de metonimia, conoce a <strong>Juan</strong>ito <strong>Pasquau</strong>. Puede que lo conozca<br />

de verdad. Y si le aprietan mucho, aunque no tenga demasiado tiempo para dedicarlo<br />

a la lectura reposada, dirá que le gusta. No es extraño. Yo he conocido en<br />

el tren a un señor que leía y coleccionaba los artículos de <strong>Pasquau</strong>. A muchos nos<br />

pasa igual. A pesar de todo, es muy posible que usted, como el señor del tren, se<br />

imagine a <strong>Pasquau</strong> muy distinto de cómo es él.<br />

Nosotros, los que lo conocemos bien, le ofrecimos el día de la Ascensión del<br />

Señor una comida de homenaje. Y usted que lee a <strong>Pasquau</strong>, ya que no participó<br />

de la comida, ¿por qué no ha de participar de <strong>su</strong> conocimiento? Yo se lo voy a<br />

presentar a Vd. En cuerpo y alma. Verá cómo se alegra de ello. Y hasta es posible<br />

que, como otros, coleccione <strong>su</strong>s artículos. Si no por los artículos en sí, que lo<br />

merecen, al menos porque siempre es consolador y bello saber que el agua que se<br />

bebe mana así de pura y limpia en la fuente porque Dios lo quiso.<br />

<strong>Juan</strong>ito tiene treinta y un años. Rayando el uno setenta, fuerte sin apariencias,<br />

porque el músculo va un poco soterrado en aquellas carnes de las que dice Santo<br />

Tomás que son las más idóneas para el estudio y el talento. Pelo castaño-rubio<br />

abundantísimo, un poco a lo García Sanchiz. Mejor un mucho a lo Samuel Ros,<br />

aquel brillante escritor, ya fallecido, que le cae rebelde sobre la sien derecha. Cara<br />

rellena, en la que la nariz pone <strong>su</strong> nota sostenida entre socarronería y despiste.<br />

Ojillos verdosos, astutos, bajo espesas cejas. Sentado, apoya la cara sobre la mano<br />

en la que dos dedos se doblan indefectiblemente. Pulgar en la oreja, índice en la<br />

sien y el del corazón cucando el ojo.<br />

Viste entre negro y entre gris, y esto en verano y en invierno, sin importarle<br />

mucho de modas y de elegancias, porque para él un traje no pasa de ser socorro<br />

contra las inclemencias exteriores y ayuda de elementales decencias en el que<br />

aciertos y porfías sólo deben importar al sastre. Puede que el cordón del zapato<br />

vaya <strong>su</strong>elto; tardará mucho tiempo en darse cuenta. Al andar inclina un poco<br />

cabeza y cuerpo en difícil y perfecta asimetría. Puede que pase sin saludar. Puede<br />

Adela Tarifa Fernández

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!