El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época

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Al fin y al cabo, ¿sabemos de verdad los hombres lo que es el amor? Nos llenamos
de aire el pecho cuando la pronunciamos. Lo cierto es que nada más Dios que es
Amor, conoce de verdad el amor. Nosotros no pasamos de tristes aprendices. Es
presuntuoso dar por supuesto que el amor salta alegre y libre, en estado natural,
por ahí. Y que es una panacea fácil. Panacea que, luego, es susceptible de adaptarse
a nuestro capricho y a nuestro antojo. Creer tal cosa es frivolidad. La Ciencia
del amor es tensa y dificultosa. Hay que estar alerta frente a los falsos doctores.
Puesto que es necesario amar, parece urgente desconfiar de todas las improvisaciones.
Y, por supuesto, no hay que emplear su santo nombre en vano» 790 .
Este artículo se publicó el 1 de septiembre. Un día antes, el 0 de agosto,
al venir a casa, caminando por la calle Nueva, Juan se sintió indispuesto, tuvo que
sentarse en el portal de una casa. Estaba cerca del hospital de Santiago. El médico, en
un examen rutinario, no ve nada grave a primera vista. Pero Juan ya estaba herido. El
día 2 de septiembre trabajaba en su colegio, dando clase. Se sintió muy enfermo.
Era un miércoles. Lo traen a su casa con rapidez. Rosa se da cuenta de que está
pálido y le cuesta hablar. Los médicos de Úbeda que le hacen los primeros análisis se
muestran pesimistas. Entre el jueves y viernes, mientras Úbeda se prepara para otra
Feria de san Miguel, se deciden a llevarlo a Madrid. Los amigos se vuelcan con ellos.
Rosa escribió tiempo después, recordando el dolor de aquellos terribles días y agradeciendo
el apoyo que recibieron, esta frase: «Todo el mundo se portó con mucho
cariño y solicitud, nunca supimos como agradecerlo». Mientras se solucionaba esta
grave crisis de salud en Madrid, los hijos se quedaron bien atendidos en el Colegio de
los Jesuitas, un lugar que alguna veces, en tiempos de su soledad de juventud, había
sido como la segunda casa de Juan.
Enfermo en Madrid
El día 2 de septiembre, cuando Úbeda ya huele a feria, a garbanzos tostados,
a avellanas, Juan y Rosa salen hacia Madrid en una ambulancia, con destino a
la Clínica Puerta de Hierro. Juan quedó ingresado en la habitación 2 1, cama 2 .
Rosa, que recogió en un diario sus recuerdos de aquellos terribles días, recordará
siempre lo que ambos padecieron, juntos, como siempre habían estado. Ella, debido
a la normativa interna del hospital, no tenía permiso para estar junto a Juan todo el
día, pero buscaba la menor ocasión para acompañarlo. Sabía que eso aliviaba algo su
sufrimiento. Juntos rezaban, hablaban, y hasta reían, y seguían aferrados a la esperanza.
En Úbeda, pese a las fiestas, se recuerda mucho a Juan Pasquau: el día 28 de
septiembre se celebró la Fiesta de la Poesía, este año centrado el acto en conmemorar
la exaltación de Santa Teresa de Jesús al Doctorado de la Iglesia Universal. Juan formaba
parte del Jurado. Se nota su ausencia. El acto central de este evento, celebrado
790 Jaén, 1 de septiembre de 1970.
Adela Tarifa Fernández