El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época

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y atenderlos. El hombre muy inteligente suele caer en la tentación de que todo lo
sabe o puede saberlo y, entonces, claro, siente compasión, lástima, de quien nada
sabe. ¿Cómo lo humilla el hombre contante y sonante, vulgar y corriente, que un
día, cuando menos se lo espera, reenseñe una cosa nueva?». La profundidad de
pensamiento y la calidad literaria de los artículos de este tiempo nos permiten imaginar
cuál habría podido llegar a ser su talla si hubiese dispuesto de diez, de quince
años más: ningún síntoma se percibe en estas penúltimas colaboraciones de agotamiento
intelectual, de cansancio o de declive; más bien parecía que Juan estuviese
avanzando en corredores del saber que sólo tras una larga vida dedicada a pensar se
alcanzan, como si en esa última madurez estuviese alcanzando dimensiones nuevas
que inevitablemente se empeñaba en transmitir, como quien recibe un legado y no
quiere llevarse su contenido con él a la tumba.
Pasados los primeros ecos de aquel importante evento, en mayo, recibió
varias invitaciones: de la Real Academia de la Historia, para asistir al discurso
ingreso de otro notable jiennense, D. Juan de la Mata Carriazo y Arroquia, y al
concierto de Andrés Segovia en Linares. Su producción literaria sigue creciendo y
su pluma se depura y perfecciona en cada nuevo trabajo. Del mes de mayo es el
artículo titulado «Educación, Escuela, Política», en su línea de libre pensador, crítico
y comprometido siempre, en el que defiende el compromiso ideológico en la
educación como una actitud más honesta y fecunda en tiempos en que el pluralismo
parecía confundirse con la neutralidad como único valor. De el que recogemos
algunos fragmentos:
«Respecto a la educación, el padre Arrupe ha dicho: «No hay educación neutra.
Hoy está amenazada la educación que responde a un modelo cristiano del
hombre. Dentro de cada sistema educativo hay una imagen del hombre: del
hombre que se quiere hacer. En el fondo de cualquier proyecto educacional hay
una filosofía, una teología del hombre y del mundo»….. Declara el padre Arrupe,
y en esto repite una frase de Donoso Cortés, o la parafrasea, que hay siempre
una teología (más o menos explícita) tras cualquier hondo problema humano.
Entonces, pretender una educación neutra, es tanto como decir que la cultura
es algo incoloro, inodoro, insípido, aséptico, que se detiene en los umbrales del
misterio del hombre, sin comprometerse a más….La cultura en todo tiempo fue
beligerante, y se tiñó de un color, y adoptó un determinado perfil, y acuñó principios
y normas más allá de lo verificable y de lo pragmático. La cultura –o las
culturas, porque hay muchas– además de una acumulación entrañó indefectiblemente
proyectos. ¿Cómo, pues, la educación neutra? Sería como rehusar el agua
como solución de la sed…. No basta la información; se precisa la formación...
Entonces, es lógico que las diversas culturas hoy existentes hagan la procura de
una educación congrua, acomodada a sus objetivos…Urge en esta coyuntura
electoral que cada partido en España se defina tajantemente en este sentido. Hay
un enorme número de electores, de padres de familia, que preocupados por la
educación –y no únicamente por la enseñanza de sus hijos– desean una escuela
Adela Tarifa Fernández