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El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época

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fidelidad a los amigos, <strong>su</strong> devoción por los cultos de Semana Santa y <strong>su</strong> profunda<br />

fe cristiana, eran alguno de los puntos que tenían en común. Acaso en la otra orilla,<br />

alguna vez, pudieron dialogar. Nos gustaría saber que así fue.<br />

Respecto a Domínguez Ortiz, ya afamado historiador, sólo diremos que<br />

en 197 , leyó <strong>su</strong> discurso de ingreso como Académico de Número en la Real Academia<br />

de la Historia. Le acompañaron <strong>su</strong> mujer, <strong>su</strong>s hijos y <strong>su</strong> padre, casi centenario,<br />

pues para ellos el valor de la familia era sagrado. En <strong>su</strong> casa, como en la de <strong>Juan</strong><br />

<strong>Pasquau</strong>, llegó el tiempo del dolor en 1978, cuando murió <strong>su</strong> esposa, Magdalena<br />

Iglesias. Él, con el apoyo de <strong>su</strong>s hijos y amigos, y con el con<strong>su</strong>elo de <strong>su</strong>s libros y<br />

<strong>su</strong>s recuerdos, aprendió a vivir con esta ausencia hasta el año 2002. <strong>El</strong> comedor de<br />

<strong>su</strong> casa estuvo siempre presidido por el retrato de <strong>su</strong> esposa. Y a <strong>su</strong>s manos llegaba,<br />

cada día el ABC, donde sin duda leyó infinidad de veces las crónicas de <strong>Juan</strong><br />

<strong>Pasquau</strong>. También Domínguez Ortiz se mudó ya al lugar de los Justos. Nosotros<br />

rendimos en estas páginas homenaje de admiración y cariño a estos tres hombres<br />

de alma limpia que se fueron, porque nos dieron ejemplo de vida y de muerte.<br />

Marcial dijo que poder disfrutar los recuerdos es como vivir dos veces. Pero no<br />

todas las vidas que vivimos son igual de felices. Para los que nos quedamos en esta<br />

orilla recordando a los que quisimos y se mudaron a la otra, la segunda vida que<br />

llega tras <strong>su</strong> ausencia nunca es tan feliz como antes, aunque nos quedan <strong>su</strong>s cartas,<br />

<strong>su</strong>s libros, <strong>su</strong>s recuerdos…<br />

Pero volvamos por un momento al hilo argumental de esta historia. Nos<br />

situamos en Úbeda, en 1970. ¿Cómo era entonces la ciudad de los Cerros? <strong>Juan</strong><br />

<strong>Pasquau</strong> la describió así: «Estamos en los años setenta. Ya del Paseo del León, ni<br />

rastro. No hay ringleras de muchachas en la Calle nueva...hay miles de familias con<br />

coche en la ciudad. Acaban de cepilla, de restaurar la Torre del Reloj...que marca<br />

la hora de Úbeda desde el siglo XVI...en el centro de una plaza de Úbeda está San<br />

<strong>Juan</strong> de la Cruz, el poeta que murió en Úbeda, el poeta que escribió aquello de que<br />

«Un pensamiento del hombre vale más que todo el mundo» y que dijo aquello de:<br />

«Donde no hay amor pon amor y hallarás amor»...» 778 . Esta preciosa cita es una<br />

buena forma de avanzar en nuestra historia; de ahondar con más detalle en los <strong>su</strong>cesos<br />

que acontecieron dentro y fuera de Úbeda en este año, crucial para España,<br />

que elegimos para iniciar otro capítulo de la vida de <strong>Pasquau</strong>, nuestro personaje<br />

central, siempre interesado por conocer lo que <strong>su</strong>cedía en el mundo, como buen<br />

periodista que era.<br />

En 1970 se celebró en Viena una importante conferencia, entre URSS y<br />

EE.UU, para limitar las Armas estratégicas. España presidió en octubre el Consejo<br />

de Seguridad de la ONU. Poco después, en octubre, fracasó en Manila un atenta-<br />

778 J. PASQUAU, Fundación y pasado..., op. cit. p. .<br />

Adela Tarifa Fernández

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