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El Humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época

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en preservar <strong>su</strong>s valores ancestrales. Incluso critica la desmedida afición por el fútbol<br />

y por la fiesta taurina. Echa en falta espectáculos teatrales y musicales de altura<br />

cuando se programa la feria 521 . En este número <strong>Pasquau</strong> dedica un artículo a Galicia,<br />

a <strong>su</strong>s paisajes, a <strong>su</strong>s gentes: «Porque hay una blandura psicológica en las personas<br />

de Galicia –en los hombres y en las mujeres; sobre todo en las mujeres– ...que<br />

parece una repercusión de lejanísimas modulaciones célticas» 522 . Se nota en él un<br />

«enamoramiento» por esta tierra, que tenía justificación, objetiva y <strong>su</strong>bjetiva.<br />

<strong>Pasquau</strong> había viajado a Galicia en verano, como ahora veremos, y a <strong>su</strong><br />

vuelta se encontró con la feria: triunfó en la feria de Úbeda Manuel Báez Litri, pero<br />

no parece que hubiera otros importantes eventos artísticos.<br />

Terminada la feria, <strong>Pasquau</strong> retoma el tema educativo: le preocupa que<br />

la educación no progrese adecuadamente, y lo expresa así: «<strong>El</strong> desequilibrio radica<br />

aquí. La ciencia ha llegado a la «era atómica», y la educación casi está aún en<br />

el Paleolítico. Es una sincronía fatal. Por eso hay que hablar incesantemente de<br />

Educación. Y hacer» 52 . Nada que comentar a un diagnóstico que sirve para hoy<br />

mismo. En estas fechas de otoño recordaba los viajes que había hecho por el norte<br />

de España. Cada vez disfrutaba más con estos viajes veraniegos. En agosto había<br />

decidido tomarse unos días para pasarlos con la familia de Valladolid. De allí fue a<br />

conocer Vigo, sólo. La soledad era <strong>su</strong> compañera desde hacía tiempo y disfrutaba<br />

mucho paseando por los rincones más silenciosos de las ciudades que descubría.<br />

¡<strong>El</strong> silencio! Palabra hermosa para <strong>Juan</strong>, de cuyas sensaciones dejó escritos<br />

textos fabulosos, compartiendo ideas con lo que otros sabios antes que él habían<br />

dicho: «<strong>El</strong> silencio es la primera piedra del templo de la filosofía. Escucha y serás<br />

sabio; el comienzo de la sabiduría es el silencio...», dijo Pitágoras, y otro pensador,<br />

Graf, añadió pasados los años, «Si quieres oír cantar a tu alma, haz el silencio a tu<br />

alrededor».<br />

Sí, muchos han escrito sobre la soledad y el silencio, pero no creo que<br />

haya quien lo hiciera mejor que <strong>Juan</strong>, quien una vez escribió esto: «<strong>El</strong> silencio no<br />

es muerte, sino espacio de vida. De vida interior, de vida de dentro. <strong>El</strong> silencio es<br />

el sitio de los grandes hallazgos para el amor y para el conocimiento. <strong>El</strong> silencio es<br />

el lugar donde nos enteramos de quienes somos, de quien es Dios y de quienes son<br />

los demás. Esto que digo no es literatura: esto es verdad. Si usted, amigo mío, no se<br />

calla un rato en el día, si no se retira para unirse consigo mismo, si no avanza a <strong>su</strong><br />

rincón interior doblando el ramaje de ocupaciones y preocupaciones y frivolidades<br />

que impiden y estorban la toma de contacto con <strong>su</strong> intimidad, pues, usted, per-<br />

521 Ibidem, agosto de 1951, p. 1.<br />

522 Ibidem, «Apuntes de Galicia», p. 7.<br />

52 Ibidem, octubre, 1951, p. 1<br />

<strong>El</strong> humanista <strong>ubetense</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Pasquau</strong> <strong>Guerrero</strong><br />

y <strong>su</strong> <strong>época</strong><br />

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