milan kundera - Prisa Revistas

nismo de comunicación previa al Congreso
la que, ya de por si, determinará la acción
del controlado:
“Si la crítica –ha escrito Rescigno
con su agudeza habitual– es el modo
clásico y habitual de imputación,
la responsabilidad política no
desaparece por el sólo hecho
de no ser criticado: lejos de ello,
por el hecho mismo de poder ser
criticado, se buscará el modo
de no serlo y, por tanto,
la responsabilidad política será
el motivo concreto de las acciones
desenvueltas con la finalidad
de prevenir posibles críticas”.
A la postre, es posible que elegir entre
el sistema al que estamos ahora acostumbrados
y el que –con sus problemas, limitaciones
y ventajas– me atrevo a someter a
la consideración de los lectores, sea también,
de alguna forma, elegir entre un juego
político basado fundamentalmente en
la búsqueda de la confrontación o uno basado
en la colaboración para evitar que se
produzcan ciertas desviaciones de la democracia
de partidos que sería deseable
–quizá más deseable que factible– corregir.
La experiencia ha demostrado que algunas
de esas desviaciones acaban dañando a todo
el mundo, incluso a aquellos que creen
salir, a corto plazo, beneficiados por haberlas
denunciado. Aunque, puestos a tenerla
muy cuenta, es cierto que la experiencia
indica de igual forma lo extraordinariamente
complicado que resulta, en el
ámbito político, romper con la pesadísima
rutina de lo conocido, por malo que aquello
pueda ser. Si se me permite la inmodestia
de la cita, terminaré con unas palabras
de Léon Blum, quien escribía a la altura
de 1917:
“Es siempre un esfuerzo difícil para los
hombres concebir otras reglas de
acción que aquellas que practican
cotidianamente y que han visto
siempre practicar a su alrededor.
La súbita ruptura con los hábitos
adquiridos supone para cada uno de
nosotros un esfuerzo revolucionario.
Es necesario, sin embargo, con un
violento golpe de cintura, salir de estas
rutinas que estorban y entorpecen
21 L. Blum, La reforma gubernamental (edición
de Javier García Fernández), pág. 26, Tecnos,
Madrid, 1996.
ROBERTO L. BLANCO VALDÉS
cada uno de nuestros pasos. Mi único
propósito –terminaba el autor
de La reforma gubernamental–, ha
sido mostrar la urgente necesidad
de este esfuerzo y provocárselo a
aquéllos sobre quienes pesará mañana
la responsabilidad del poder” 21 .
Palabras que, por su admirable claridad,
no necesitan ya de ningún comentario
adicional. n
[Este trabajo, fruto de una ponencia presentada en
el “Seminario sobre la ley de gobierno y la LOFA-
GE”, organizado por el profesor Luciano Parejo Alfonso
en la Cátedra Manuel Colmeiro de la Universidad
Carlos III, constituye una versión sintética del
texto que aparecerá próximamente en la revista Documentación
Administrativa.]
Roberto L. Blanco Valdés es catedrático de Derecho
Constitucional en la Universidad de Santiago
de Compostela. Autor de Los partidos políticos y
El valor de la Constitución.