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EL TERRORISMO EN ESPAÑA HACE UN SIGLO<br />
nante en la nueva orientación como<br />
la propia violencia, porque<br />
en definitiva ambas confluían en<br />
lo mismo: la vanguardia revolucionaria,<br />
o sea, el individuo consciente<br />
se sentía llamado a despertar<br />
a las masas (de las que estaba<br />
cada vez más distanciado)<br />
con acciones espectaculares que<br />
la sacudieran de su modorra y a<br />
la vez realzaran su papel como<br />
agente revolucionario (héroe y<br />
mártir al mismo tiempo).<br />
Hasta qué punto las proclamas<br />
teóricas y los llamamientos<br />
de los congresos tuvieron una incidencia<br />
práctica es una cuestión<br />
importante a dilucidar que requeriría<br />
el análisis de las circunstancias<br />
concretas de cada país. A<br />
ello se superponen otros elementos<br />
cuyo grado de influencia no<br />
puede ser a priori desechado: como<br />
el ascendiente del nihilismo<br />
ruso, que acababa de dar por las<br />
mismas fechas su golpe más certero<br />
con el asesinato del propio<br />
zar (Alejandro II, en 1881), o la<br />
decisiva intervención de confidentes<br />
y agentes infiltrados de la<br />
policía en la radicalización del<br />
movimiento ácrata (una de las<br />
obsesiones de los Gobiernos de la<br />
época, que pensaban, con razón,<br />
que la propia radicalidad consumiría<br />
el movimiento así como legitimaría<br />
la represión).<br />
Retomando el factor aludido<br />
de las características socio-políticas<br />
específicas de cada país como<br />
cuestión determinante que empujará<br />
a los anarquistas a la violencia,<br />
podremos comprobar, en<br />
su aplicación al caso hispano, cómo<br />
hay una correspondencia entre<br />
la amplitud del marco legal<br />
dispuesto por el Gobierno de<br />
turno y las posiciones legalistas<br />
de la organización anarquista (la<br />
Federación Regional Española<br />
[FRE], primero, desde 1870, y<br />
la Federación de Trabajadores de<br />
la Región Española [FTRE], más<br />
adelante, desde 1881). Aunque<br />
siempre hay un sector impaciente<br />
en el seno del anarquismo,<br />
proclive a buscar un atajo revolucionario<br />
con las armas en la<br />
mano, la FRE intentó mantener<br />
una actitud prudente en unos<br />
momentos políticos muy difíciles<br />
en nuestro país, en los que el re-<br />
curso a la violencia, y no sólo ni<br />
principalmente por parte de los<br />
ácratas, era tan habitual que sus<br />
diversas manifestaciones (insurrección,<br />
motines, represalias,<br />
atentados…) tendían a mezclarse<br />
y confundirse. Y así, en efecto,<br />
una prueba de que la vocación<br />
sindical, legalista, gradual y posibilista<br />
en el seno del anarquismo<br />
español no era un recurso coyuntural<br />
ni minoritario es que,<br />
en cuanto cambiaron las circunstancias<br />
políticas en 1881 con la<br />
llegada de los liberales de Sagasta<br />
al poder (léase: se aflojó el cerco<br />
represivo), la FTRE aprovechó<br />
los cauces legales para seguir una<br />
política de moderación, cuyos<br />
frutos, en forma de crecimiento<br />
espectacular del número de afiliados,<br />
fue precisamente lo que<br />
alarmó al Gobierno español, que<br />
no dudó en instrumentalizar el<br />
turbio asunto de la Mano Negra<br />
(1883) para desencadenar una<br />
represión generalizada: no contra<br />
los culpables o implicados en<br />
aquella sociedad secreta, sino<br />
contra todo el movimiento anarquista<br />
en su conjunto, pues precisamente<br />
lo que importaba era<br />
descabezar éste 4 .<br />
Dos enseñanzas fundamentales<br />
pueden extraerse de ese proceso:<br />
en primer lugar si se repara<br />
en la fecha en que la FTRE<br />
adopta claramente una actitud<br />
posibilista, de masas, contraria a<br />
la violencia individual, se caerá<br />
en la cuenta de que es la misma<br />
en que el mencionado Congreso<br />
de Londres consagra la vía contraria,<br />
lo cual nos debe llevar indudablemente<br />
a la conclusión de<br />
que los factores específicamente<br />
nacionales, por lo menos en el<br />
4 Lida, Clara E.: “Agrarian Anarchism<br />
in Andalusia. Documents on the<br />
Mano Negra”, en International Review<br />
of Social History, 1969. Véase también<br />
Castro Alfín, Demetrio: Hambre en Andalucía.<br />
Antecedentes y circunstancias de<br />
La Mano Negra, Ayuntamiento de Córdoba,<br />
1986; Millán Chivite, J. L.: “La<br />
Mano Negra enjuiciada por los diputados<br />
que vivieron los históricos sucesos”,<br />
en VV AA: El movimiento obrero en la<br />
historia de Cádiz, Cádiz, 1988; y Maurice,<br />
J.: “Conflicto agrario y represión<br />
preventiva. Los grandes procesos de Jerez<br />
en 1883”, en Estudios de Historia Social,<br />
22-23, Madrid, 1982.<br />
caso hispano, se imponen a las<br />
directrices del movimiento en el<br />
orden internacional. Y así dichas<br />
directrices sólo pasarán a primer<br />
plano cuando las circunstancias<br />
nacionales evolucionen en un<br />
sentido que les favorezca. En segundo<br />
lugar y como consecuencia<br />
de esa misma reflexión, hay<br />
que enfatizar que sólo cuando la<br />
política ciegamente represiva de<br />
los sucesivos Gobiernos españoles<br />
se ceba en el movimiento<br />
anarquista, sin hacer distinciones<br />
entre los implicados en actos delictivos<br />
y los demás, sólo entonces<br />
tanto unos como otros empezarán<br />
a pensar que no les dejan<br />
otra vía que responder a la violencia<br />
con la violencia.<br />
En el caso español se pone<br />
también de manifiesto que la violencia<br />
individual, de atentados,<br />
de “propaganda por el hecho”, es<br />
al mismo tiempo una consecuencia<br />
de la crisis del movimiento<br />
anarquista (en este caso<br />
crisis debido a una represión implacable)<br />
y una respuesta a la cerrazón<br />
de las autoridades, a la violencia<br />
del poder. En una palabra,<br />
la “propaganda por el hecho” es la<br />
expresión de una doble frustración<br />
(aislamiento e impotencia,<br />
por un lado; vulnerabilidad y<br />
desmantelamiento, por otro), lo<br />
cual en última instancia desvirtuó<br />
en la práctica el pretendido contenido<br />
teórico o programático de<br />
la misma. El análisis de los factores<br />
concretos que anteceden, que<br />
propician (para ir ya directamen-<br />
5 No hay que olvidar a este respecto<br />
que los planteamientos anarquistas acerca<br />
de las consecuencias revolucionarias<br />
de esta jornada –se hablaba, por ejemplo,<br />
de manifestaciones acompañadas<br />
de huelgas indefinidas hasta conseguir<br />
los objetivos revolucionarios– distaban<br />
mucho del sentido pacífico y reivindicativo<br />
que predominaba entre los socialistas.<br />
Cf. Pérez Ledesma, M.: “El<br />
Primero de Mayo de 1890. Los orígenes<br />
de una celebración”, en Tiempo de Historia,<br />
mayo 1976; Piqueras, J. A.:<br />
“1890. El nacimiento del 1º de Mayo<br />
en el País Valenciano”, en Estudios sobre<br />
Historia de España (Homenaje a Tuñón<br />
de Lara), Madrid, 1981; Serrano, C.:<br />
“El Socialista ante el 1º de Mayo” en<br />
Estudios de Historia Social, núm. 38-39,<br />
1986. Una perspectiva más amplia, en<br />
Rivas Lara, Lucía: Historia del lº de Mayo.<br />
Desde 1900 hasta la II República,<br />
Madrid, 1987.<br />
te al grano) la primera oleada terrorista<br />
en España no hacen sino<br />
confirmar los postulados anteriores:<br />
el descenso –en torno a los<br />
años 1892 y 1893– de los niveles<br />
de combatividad del proletariado,<br />
y el fracaso de las expectativas<br />
generadas en torno a la “celebración”<br />
de los Primeros de Mayo<br />
marcan claramente los índices de<br />
aislamiento y pérdida de influencia<br />
de los anarquistas 5 .<br />
Por otro lado aparece la peor<br />
cara del Estado liberal español, la<br />
de la intransigencia y la represión<br />
feroz. Formaban ya parte de la<br />
dinámica habitual los estallidos<br />
espontáneos de violencia en el<br />
campo andaluz, en forma de motines,<br />
saqueos o incendios premeditados,<br />
producto todo ello<br />
–no hay que subrayarlo– de las<br />
miserables condiciones de vida<br />
del campesinado 6 . Esa exasperación,<br />
animada además por un revolucionarismo<br />
ingenuo, un mesianismo<br />
del que no se escapaba<br />
el propio credo anarquista, se tradujo<br />
en enero de 1892 en el asalto<br />
por unas turbas de la ciudad de<br />
Jerez, ocasión que el poder –digámoslo<br />
con el distanciamiento<br />
que implicaba la óptica proleta-<br />
6 Sobre el anarquismo en el campo<br />
andaluz, cuestión de la que aquí nos<br />
ocupamos muy tangencialmente, por<br />
no responder la violencia de ese medio<br />
a la clásica “propaganda por el hecho”<br />
–más propia, por su misma esencia, del<br />
ámbito urbano–, pueden verse las obras<br />
de Temma Kaplan: Orígenes sociales del<br />
anarquismo en Andalucía, Barcelona,<br />
1977; y Jacques Maurice: El anarquismo<br />
andaluz. Campesinos y sindicalistas,<br />
1868-1936, Barcelona, 1990, que contienen<br />
además mútiples referencias bibliográficas<br />
para los interesados en profundizar<br />
en ese terreno. Para una época<br />
posterior a la que aquí nos referimos sigue<br />
siendo fundamental el libro clásico<br />
del notario de Bujalance, J. Díaz del<br />
Moral, Historia de las agitaciones campesinas<br />
andaluzas, 1928 (múltiples reediciones<br />
posteriores).<br />
7 Véase Aguilar Villagrán, José: El<br />
asalto campesino a Jerez de la Frontera en<br />
1892, Jerez, 1984; y Brey, Gerard: “Crisis<br />
económica, anarquismo y sucesos de<br />
Jerez (1886-1892)”, en Seis estudios sobre<br />
el proletariado andaluz (1868-1939),<br />
Córdoba, 1984. Un estudio más amplio<br />
sobre la conflictividad en el campo<br />
jerezano, en Maurice, J.: “Campesinos<br />
de Jerez (1902-1933)”, Estudios de Historia<br />
Social, núm. 10-11, Madrid, 1979.<br />
Véase también la obra colectiva El movimiento<br />
obrero en la historia de Cádiz,<br />
op. cit.<br />
54 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 82