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ción sin contenidos, el pensamiento conservador<br />
resalta el valor de la memoria de<br />
la cultura objetiva que define un espíritu<br />
nacional.<br />
3A pesar de ese componente nacionalista<br />
que se ha adherido a los estudios<br />
humanísticos, son muchos los que, sin<br />
conciencia de ese hecho, abogan por una<br />
recuperación de la importancia que tuvieron<br />
tales materias en el pasado. Y, natural-<br />
Nº 82 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />
mente, no han faltado en nuestro país las<br />
correspondientes promesas del Partido<br />
Popular (PP), las cuales –ahora están descubriendo<br />
sus destinatarios– escondían<br />
una ambigüedad poco menos que fraudulenta.<br />
En efecto, el compromiso de mejorar<br />
la enseñanza de las humanidades, realizada<br />
por dicho partido cuando estaba en<br />
la oposición y reiterada a su llegada al poder,<br />
había sido interpretada hasta ahora<br />
como un compromiso de potenciar el es-<br />
JAVIER AGUADO<br />
tudio de las letras; en particular de aquellas<br />
materias que habían visto cómo se reducía,<br />
en algunos casos drásticamente, su<br />
peso en la última reforma de los estudios<br />
no universitarios. Como no podía ser de<br />
otra manera, los afectados por las últimas<br />
reducciones entendieron que lo que se estaba<br />
ofreciendo era, en último término,<br />
un aumento de las horas dedicadas a tales<br />
asignaturas.<br />
Pero, a la hora de la verdad, se han<br />
encontrado con la desagradable sorpresa<br />
de que lo ideado por la ministra de Educación<br />
y Cultura para lograr la mejora de<br />
las humanidades es un plan en el que, al<br />
menos en su primera fase, no se habla en<br />
absoluto del esperado aumento de horas.<br />
La presunta mejora consiste, ante todo,<br />
en un cambio de contenidos que acerca<br />
éstos a los gustos doctrinales más rancios<br />
del PP, en especial a su afición a un nacionalismo<br />
no más legítimo, aunque tampoco<br />
menos, que el surgido en el seno de<br />
algunas minorías territoriales. Cuando lo<br />
que se esperaba era una modificación técnica,<br />
ideológicamente neutral, de los estudios<br />
humanísticos, que, al margen de la<br />
tentación de satisfacer las propias parcialidades<br />
ideológicas, mejorase la calidad de<br />
los mismos, lo único que se ve en las primeras<br />
medidas dadas a conocer no es más<br />
que el afán por recuperar una orientación<br />
españolista de la enseñanza; es verdad que<br />
bastante olvidada últimamente en parte<br />
del territorio español por virtud de una<br />
vaguedad en los contenidos mínimos<br />
marcados por la administración central<br />
que ha permitido que algunos gobiernos<br />
más o menos nacionales propendan, a la<br />
hora de la concreción de las imprecisas<br />
orientaciones recibidas de Madrid, a resaltar<br />
sobre todas las cosas su hecho diferencial.<br />
La propuesta ministerial ha desencadenado<br />
una polémica desaforada entre los<br />
que militan en las diversas filas nacionalistas.<br />
Ello hace pensar que todos, centralistas<br />
y periféricos, entienden que lo que importa<br />
no es si los estudiantes han de conocer<br />
mucho, poco o nada de cosas tales<br />
como la guerra del Peloponeso, la poesía<br />
de Catulo, el aoristo de los verbos griegos<br />
y otras curiosas antigüedades, sino quién<br />
va a ser capaz de crear nación, esto es,<br />
quién dispondrá de los mayores medios<br />
para imponer a los estudiantes la idea de<br />
cuál es su comunidad emocional de pertenencia.<br />
Unos y otros juegan a lo mismo,<br />
sólo que en equipos distintos. Nadie duda<br />
de que los estudios humanísticos han sido<br />
puestos en algunas comunidades autónomas<br />
al servicio de la construcción de una<br />
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