Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
CÓMO DESAPARECIÓ LA PRENSA INDEPENDIENTE EN CUBA<br />
do que ése era “un problema sindical<br />
de los trabajadores”. Estos<br />
mismos milicianos de la Asociación<br />
de Reporteros se presentaron<br />
a la noche siguiente en el<br />
Diario de la Marina y exigieron<br />
la inclusión de la coletilla en<br />
ciertos artículos que a su entender<br />
“no respondían a la verdad<br />
periodística”. Hubo una discusión<br />
con el director, mas al final<br />
éste accedió; pero ingeniosamente<br />
se las arregló para añadir<br />
otra coletilla a la coletilla. La<br />
contracoletilla decía: “Confiamos<br />
en que nuestros lectores sabrán<br />
cómo juzgar esto”. La misma actitud<br />
adoptada por la policía fue<br />
la de Castro. En un discurso radiofónico<br />
declaró que bajo ninguna<br />
circunstancia intervendría<br />
el Gobierno en el asunto, que<br />
era un problema laboral entre los<br />
trabajadores manuales e intelectuales<br />
de los periódicos y sus<br />
dueños. Reprochó a éstos no haber<br />
hecho caso de las advertencias<br />
que él venía haciéndoles de<br />
que esto podía ocurrir.<br />
Con Avance sucedió algo<br />
muy parecido. Como su director,<br />
Jorge Zayas, se negara a imprimir<br />
la coletilla, prefiriendo<br />
no sacar el periódico, la Asociación<br />
de Reporteros le acusó de<br />
lock-out y se hizo cargo de la edición<br />
de ese día, 18 de enero de<br />
1960. Fue la primera incautación<br />
de un rotativo. Pronto, casi<br />
inmediatamente, vendrían<br />
otras, como en un efecto de fichas<br />
de dominó. Jorge Zayas pidió<br />
asilo en la embajada de<br />
Ecuador y voló rumbo a Miami.<br />
El Ministerio de Bienes Malversados<br />
se adueñó no sólo del periódico<br />
sino de las demás propiedades<br />
de Zayas, pretextando<br />
que éste se había enriquecido<br />
ilegalmente durante la tiranía de<br />
Batista.<br />
A principios de febrero, Guillermo<br />
Martínez Márquez, director<br />
de El País, renunció igualmente<br />
cuando “sus” trabajadores<br />
insertaron una coletilla al pie<br />
de una declaración del rector de<br />
la Universidad Católica de Villanueva<br />
donde se denunciaban las<br />
presiones y coacciones que se estaban<br />
ejerciendo para clausurar<br />
este centro de altos estudios. El<br />
País se declaró en quiebra, Martínez<br />
Márquez huyó de Cuba y<br />
tanto este diario como Excelsior,<br />
perteneciente a la misma firma,<br />
fueron confiscados y sus talleres<br />
convertidos en Imprenta Nacional,<br />
la primera y monopolística<br />
editorial estatal, al frente de la<br />
cual situó el Gobierno con posterioridad<br />
a Alejo Carpentier.<br />
El Crisol tuvo que cerrar también,<br />
víctima de la estrangulación<br />
económica, pues carecía de<br />
anunciantes y de ayuda oficial,<br />
cosa esta última que no pasaba<br />
con Hoy ni con Revolución. Los<br />
dos eran subvencionados por el<br />
Gobierno. Pero, en un orden<br />
cronológico, el próximo periódico<br />
en ser desposeído fue El<br />
Mundo. Para finales de febrero<br />
de 1960 ya había pasado “a manos<br />
de sus trabajadores”, así como<br />
el canal 2 de televisión, Telemundo,<br />
perteneciente también<br />
al hombre de negocios de origen<br />
italiano Amadeo Barletta. Aquí,<br />
en El Mundo, la ocupación fue<br />
ejecutada por el mismo jefe del<br />
G-2 (Inteligencia Militar, o sea,<br />
la policía política del régimen),<br />
Ramiro Valdés. Barletta fue detenido<br />
para ser interrogado. Su<br />
familia se refugió en una embajada<br />
y pronto todos se encontraron<br />
en el extranjero.<br />
Sin embargo, El Mundo no<br />
desapareció. Se hizo cargo de él<br />
primero el muy capaz historiador<br />
y profesor de la Universidad<br />
de La Habana, Leví Marrero, y a<br />
continuación Luis Gómez Wangüemert,<br />
un muy inteligente comentarista<br />
internacional de este<br />
diario, uno de cuyos hijos había<br />
muerto en el ataque al Palacio<br />
Presidencial el 13 de marzo de<br />
1957. El Mundo vivió hasta<br />
1966 o 1967, cuando pereció en<br />
un incendio. Se regó fósforo vivo<br />
por su sistema de aire acondicionado,<br />
por lo que el siniestro se<br />
achacó a un sabotaje de la contrarrevolución.<br />
Pero lo sintomático<br />
fue que la eficaz policía política<br />
de Castro no halló nunca a<br />
los culpables ni tampoco hubo<br />
interés por dotar de un nuevo<br />
local y maquinaria al periódico.<br />
Sencillamente se olvidaron de él.<br />
Corrió, lógicamente, el rumor<br />
de que el incendio había sido un<br />
autosabotaje. ¿Las causas para<br />
cometerlo? Que El Mundo, a pesar<br />
de seguir las directrices de la<br />
Comisión de Orientación Revolucionaria,<br />
adscrita al Comité<br />
Central del PC, se mostraba un<br />
adarme más “independiente”<br />
que sus homólogos Granma y<br />
Juventud Rebelde. Ni siquiera esa<br />
pizca de tolerancia debía existir.<br />
Además, ¿para qué otro periódico<br />
si ya estaban Granma, que representaba<br />
al Partido, y Juventud<br />
Rebelde, que era de la Unión<br />
de Jóvenes Comunistas? Con<br />
esos dos rotativos de difusión nacional<br />
bastaba, amén de los periodiquitos<br />
locales que el partido<br />
editaba en cada provincia. Esos<br />
media eran suficientes para que el<br />
país estuviese bien “informado”.<br />
No se precisaban más.<br />
El caso más espectacular de<br />
supresión de la prensa independiente<br />
fue el protagonizado por<br />
el Diario de la Marina. Junto con<br />
Prensa Libre, eran los únicos órganos<br />
de opinión no oficializados<br />
que restaban hacia mayo de<br />
1960. Diario de la Marina era el<br />
decano de la prensa cubana; fundado<br />
en 1832, siempre había sido<br />
acusado (sobre todo por los<br />
comunistas, pero no exclusivamente<br />
por ellos: la verdad es que<br />
tampoco era visto con simpatía<br />
por las fuerzas liberales) de “anticubano”<br />
y “cavernícola”. Su pasado<br />
anti-independentista, partidario<br />
de la no separación de<br />
Cuba de España, lo inculpaba.<br />
En las guerras de independencia<br />
de 1868 y 1895 se había alineado<br />
en el bando español, defendía<br />
el “integrismo”, ello es la unión<br />
con España. No obstante, en sus<br />
páginas se había dado a conocer<br />
el poeta mulato Nicolás Guillén,<br />
al que le imprimieron ahí por<br />
primera vez sus Motivos del son;<br />
había dirigido su página literaria<br />
un intelectual absolutamente<br />
“progresista” como José Antonio<br />
Fernández de Castro, “compañero<br />
de viaje” de los comunistas, y<br />
por años mantuvo una sección<br />
dedicada a la raza negra, de la<br />
que era responsable el intelectual<br />
“de color” Gustavo Urrutia. El<br />
gran polígrafo cubano Fernando<br />
Ortiz era firma frecuente del<br />
Diario; y fueron director y jefe<br />
de redacción del mismo respectivamente<br />
Ramiro Guerra –autor<br />
de quizá la más completa historia<br />
de Cuba– y el poeta Gastón Baquero,<br />
mestizo como Guillén.<br />
En la noche del 10 de mayo<br />
de 1960, un grupo de periodistas<br />
de la asociación, capitaneados<br />
por el fotógrafo Tirso Martínez,<br />
tomó el local donde operaba el<br />
periódico y rompió unas planchas<br />
en las que estaba grabada<br />
una carta de los trabajadores (periodistas<br />
y obreros) del Diario en<br />
apoyo de su dirección. Al igual<br />
que en los otros casos, su dueño,<br />
José Ignacio Rivero, se asiló entonces<br />
en una embajada, ahora la<br />
de Perú (que dos décadas más<br />
adelante iba a contener en su recinto<br />
nada menos que 10.000 refugiados),<br />
y marchó al destierro.<br />
La caída del Diario de la Marina<br />
fue festejada como todo un acontecimiento.<br />
La Asociación de Periodistas<br />
se hizo cargo de imprimirlo<br />
en una supuesta nueva etapa<br />
y el primer número que salió<br />
a la calle irradiaba en su primera<br />
plana este cintillo: “Un día con el<br />
pueblo; 128 con la reacción”. Era<br />
una contestación a un lema que<br />
cotidianamente el Diario inscribía<br />
en su primera página: “128<br />
años al servicio de los intereses<br />
de la nación”. Su entierro –porque<br />
fue enterrado– tuvo ribetes<br />
de un esperpento valleinclanesco,<br />
o de una bufonada chaplinesca.<br />
Se llevó a cabo en la colina<br />
universitaria, es decir, en la Universidad<br />
de La Habana. Allí, en<br />
lo alto de la célebre escalinata, al<br />
pie de la estatua del alma máter,<br />
que en tantas ocasiones y por<br />
tantos años había sido testigo de<br />
innumerables protestas estudiantiles<br />
y de congregaciones populares,<br />
considerándose siempre como<br />
un refugio de la libertad y el<br />
decoro cívico, fue instalado el<br />
sarcófago del Diario y velado esa<br />
noche luego de haber sido paseado<br />
por las calles de La Habana al<br />
son de tambores, maracas y<br />
trompetas, cual si de una comparsa<br />
se tratara. Fue una aparatosa<br />
y burlesca ceremonia en la que<br />
la población habanera no se limitó<br />
a ser espectadora sino participante,<br />
actora. El terreno estaba<br />
abonado, y no sólo de ahora<br />
70 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 82