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nes políticas específicas frente al contexto social que las rodea.<br />

Una característica importante que distingue el liberalismo<br />

de otras orientaciones teórico-políticas es que el liberalismo<br />

supone la autonomía de lo político de una forma muy<br />

fuerte. La teoría política liberal supone que es posible organizar<br />

una forma democrática de vida política base estructuras<br />

socioeconómicas y sociosexuales que generan desigualdades<br />

sistémicas. Para los liberales, entonces, el problema de la<br />

democracia se convierte en el problema de cómo aislar los<br />

procesos políticos de aquellos que se consideran no políticos<br />

o prepolíticos, aquellos que son característicos, por ejemplo,<br />

de la economía, la familia y la vida cotidiana informal. El<br />

problema, para los liberales, reside entonces en cómo fortalecer<br />

las barreras que separan las instituciones políticas, que<br />

presuntamente representarían relaciones de igualdad, de las<br />

instituciones económicas, culturales y sociosexuales fundamentadas<br />

en relaciones sistémicas de desigualdad 20 . Sin embargo,<br />

la evidencia sugiere que para obtener una esfera pública<br />

en la que los interlocutores puedan deliberar <strong>com</strong>o<br />

iguales, no basta con suspender las desigualdades sociales.<br />

20 Este es el espíritu que anima, por ejemplo, las propuestas de reforma a la<br />

financiación de las campañas electorales, dirigidas a evitar la interferencia del<br />

dominio económico en la esfera pública. No hace falta decir que dentro de un<br />

contexto de desigualdad social masiva es mucho mejor tener dichas reformas<br />

que no tenerlas. No obstante, a la luz del tipo de efectos informales de dominación<br />

y desigualdad que discutimos antes, no deberíamos esperar demasiado<br />

de ellas. La más importante y reciente defensa de la concepción liberal<br />

proviene de alguien que, en otros aspectos, no es liberal. Véase Michael Walzer,<br />

Spheres o/Justice: A Déjense ofPluralism and Equality, Nueva York, Basic<br />

Books, 1983. (Versión castellana, M. Walxer. Las esferas de la justicia, México,<br />

Fondo de Cultura Económica, 1983. [N. del T.]) Otra aproximación interesante<br />

ha sido sugerida por Joshua Cohén. En respuesta a un borrador anterior<br />

de este capítulo, afirmaba que las políticas diseñadas para facilitar la<br />

formación de movimientos sociales, asociaciones secundarias y partidos políticos,<br />

propiciarían la paridad en la participación mejor que las políticas diseñadas<br />

para lograr la igualdad social, puesto que estas últimas requerirían<br />

esfuerzos redistributivos que conllevan pérdidas que no benefician a nadie (en<br />

inglés, deadweight losses). Sin duda, apoyo el tipo de políticas re<strong>com</strong>endadas<br />

por Cohén, asi <strong>com</strong>o el objetivo más general de una "democracia asociativa"<br />

—las secciones de este capítulo que se refieren a públicos múltiples y públicos<br />

fuertes argumentan en favor de acuerdos relacionados con ellas. Sin embargo,<br />

no me convence la afirmación de que estas políticas puedan lograr la<br />

pandad en la participación bajo condiciones de desigualdad social. En mi<br />

concepto, ésta parece ser una variante más de la concepción liberal de la<br />

autonomía de lo político, que Cohén afirma rechazar. Véase Joshua Cohén,<br />

"Comments on Nancy Fraser's 'Rethinking the Public Sphere" (ponencia presentada<br />

en la reunión de la American Philosophical Association, División<br />

Central, Nueva Orleans, abril de 1990).<br />

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