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dacionallsta débil e insostenible. Afirma que, lejos de minar<br />
los <strong>com</strong>promisos feministas, las concepciones postestructuralistas<br />
de subjetividad, identidad y agencia humana, en realidad<br />
los hacen posibles y los promueven.<br />
Al igual que Benhabib, Butler busca desagregar las tesis<br />
analíticamente diferentes que a menudo se corifunden bajo<br />
los rótulos de "postmodernismo" y "postestructuralismo". En<br />
efecto, es precisamente con el fin de impedir la confusión de<br />
perspectivas diferentes que rechaza la palabra misma "postmodernismo"<br />
12 . Por lo tanto, aunque ella misma no utilice<br />
estos términos, distingue también entre versiones débiles y<br />
fuertes de estas tesis, con el propósito de defender un feminismo<br />
postestructuralista que eluda las objeciones de sus<br />
críticos. Butler está especialmente interesada en rebatir la<br />
acusación, suscrita por Benhabib, de que la visión postestructuralista<br />
del sujeto socava el feminismo al hacer inconcebible<br />
el que alguien pueda criticar su sociedad, resistirse a<br />
12 No estoy de acuerdo en que los problemas discutidos por Butler ameriten el<br />
rechazo del término "postmodernismo". Prefiero, más bien, usar este término<br />
en un sentido amplio pero preciso, para designar un cambio de época en la<br />
filosofia y la teoria politica, el paso de una problemática epistémica, donde se<br />
concibe la mente <strong>com</strong>o un reflejo o espejo de la realidad, a una problemática<br />
discursiva, donde se les asigna densidad y peso a los significados sociales<br />
culturalmente construidos. Tal giro lleva consigo la condición diagnosticada<br />
por Lyotard en The Postmodern Condition. La creencia en las metanarrativas<br />
filosóficas tiende a disminuir con el giro lingüístico, pues al conferir peso y<br />
densidad a los procesos de significación se pone en duda también la posibilidad<br />
de una matriz neutral y permanente para la investigación. El postmodernismo,<br />
en este sentido, es mucho más amplio que el postestructuralismo.<br />
Incluye no sólo a Foucault, Derrida y Lacan, sino también a teóricos <strong>com</strong>o<br />
Habermas, Gramsci, Bakhtin y Bourdieu, quienes proponen marcos alternativos<br />
para conceptualizar el significado. Si entendemos el postmodernismo<br />
<strong>com</strong>o el imperativo de elaborar una teoría dentro del horizonte del giro lingüístico,<br />
podemos considerar un gran número de pensadores que presentan<br />
diferentes maneras de hacer justamente eso, y evaluar sus méritos respectivos<br />
desde la perspectiva feminista. No obstante, si seguimos a Butler en su<br />
rechazo del término "postmodernismo", vamos más allá de la protesta contra<br />
las polémicas reduccionistas que confunden diferentes puntos de vista: corremos<br />
también el riesgo de balcanizar el campo teórico —al separar varios ámbitos,<br />
rehusarnos a considerar preguntas que se formulan desde otras perspectivas<br />
y cerrar el debate relativo a la gama <strong>com</strong>pleta de opciones. Desde<br />
luego, este debate puede cerrarse también cuando se utilizan definiciones<br />
tendenciosas, sectarias, del postmodernismo, Si seguimos a Benhabib en su<br />
intento por asociar el término "postmodernismo" con la estettzación de la<br />
investigación histórica y el rechazo de normas universales, corremos el riesgo<br />
de pasar por alto maneras de tomarse en serio el lenguaje que son potencialmente<br />
útiles para la teoría feminista. Véase Benhabib, "Subjectivity, Historiography<br />
and Politics", op. cit El punto es, una vez más, evitar las falsas<br />
antítesis.<br />
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