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traductor de las obras de Borges y Cortázar y miembro<br />
del Consejo Presidencial de la Lengua Rusa, entre otros<br />
desempeños editoriales.<br />
–Traductor, editor, gestor cultural, ensayista… ¿cuál<br />
es su mayor disfrute dentro de su amplia labor literaria?<br />
Me gustan varias cosas, lo administrativo también me<br />
gusta porque puedo hacerlo con el apoyo de mis compañeros,<br />
mucho más de lo que puedo hacer yo mismo. Me<br />
interesa también artísticamente. Soy director del Instituto<br />
de Literatura Rusa que metafóricamente es el corazón de<br />
la “idea” rusa, tengo llaves para abrir algunas puertas y dar<br />
a conocer a los otros lo que aún no ha aparecido. En Rusia<br />
lo que falta es la conducción literaria y me parece importante<br />
realizar esta labor.<br />
–Y en cuanto a su obra más secreta –como diría Pierre<br />
Menard, el personaje de Borges–, la obra oculta y permanente…<br />
Es parecida, hace diez años que estoy con ella:<br />
una traducción de la obra de Santa Teresa. Al ser hombre,<br />
tengo amigas que me dicen que no lograré comprender<br />
del todo su significado. Hay algunas calificaciones que<br />
impiden salir al hombre de su frontera creativa, al revés de<br />
lo que se piensa con respecto a la mujer. Puede que haya<br />
algo de verdad, pero no siempre. Creo haber encontrado<br />
el modo de comprender y traducir la obra de Santa Teresa.<br />
Lo que me falta es el tiempo, pero al menos, como se sabe<br />
que yo lo estoy haciendo, los demás no lo hacen.<br />
–¿Y cuál es su relación actual con Don Quijote? Ah, es<br />
permanente y al mismo tiempo, tengo que descansar de<br />
mis investigaciones. Es como cuando cavas un pozo con<br />
una pala, y te das cuenta de que cada vez hay mayor profundidad,<br />
pero necesitas dejar un rato la herramienta a un<br />
costado. También cansa cavar. De todas maneras, siempre<br />
me interesó y me sigue interesando el quijotismo como<br />
fenómeno de la cultura rusa.<br />
–¿Cuándo fue su primera lectura? Fue en el colegio, y<br />
la primera vez no entendí nada. Lo leí como un libro de<br />
aventuras. Después, en la facultad, volví a encontrarme<br />
con él, pero como lo tenía que leer para las clases, no<br />
llegaba del todo al sentimiento del libro. El claustro no es<br />
bueno para el amor. Sólo más tarde me gustó, cuando lo<br />
encontré como tema. El tema que me interesaba con respecto<br />
a la idea rusa, tanto política como literaria. La idea<br />
de que los rusos querían ser como Don Quijote, eran el<br />
personaje de Cervantes. Por eso mi libro sobre el Quijote<br />
se titula El Quijote vivido por los rusos, porque en Rusia<br />
es una novela que se la considera una bitácora de la vida.<br />
Pero la edición que apareció en España no llegó a<br />
comprender este efecto de la literatura en nuestra gente,<br />
al menos no parece haberlo hecho porque le cambió el<br />
título por El Quijote visto por los rusos.<br />
–Sirviéndome del error, ¿cuál sería la diferencia,<br />
qué entiende por “vivido”? Es también lo que se gesta<br />
en Rusia durante el siglo XIX, con Pushkin, Gogol,<br />
Dostoievski y Turgueniev, nuestro famoso “siglo de oro”<br />
donde aparece esta “idea rusa”, una idea que busca salvar<br />
a Occidente. Salvar a la pobre gente que después de la<br />
Revolución Francesa, perdió sus valores tradicionales. Eso<br />
vieron en Don Quijote de Cervantes: un héroe fantástico,<br />
idealista, que se gasta toda su vida para salvar al prójimo.<br />
Chéjov recomendaba la lectura del Quijote como primordial.<br />
Y es importantísimo el texto de Turgueniev donde<br />
establece dos tipologías, la del Quijote, el hombre libre y<br />
lleno de ilusión, y Hamlet, totalmente opuesto.<br />
–Es un texto maravilloso, y siempre me llamó la atención<br />
que fuera Turgueniev quien los reuniera, como si<br />
sólo un escritor ruso pudiera establecer de esa manera<br />
las dos veredas de la existencia, como dos posturas radicalmente<br />
distintas: la del entusiasmo, el idealismo, el<br />
pensar en el prójimo (Don Quijote) frente a la ironía,<br />
el egoísmo, el pensamiento sobre sí mismo (Hamlet).<br />
¿Se puede decir que Don Quijote es un héroe de la palabra?<br />
Sí, pero es más todavía… ¡él quiere ayudar! Quiere<br />
hacer hechos con la palabra… Es un personaje de ideales<br />
concretos. Nuestros escritores también querían cambiar<br />
la realidad con las palabras, en Rusia y en el mundo. La<br />
palabra como principio del cambio.