Revista Quid 58

cine de Niní Marshall, de María Duval, de Juan Carlos
Thorry y las hermanas Legrand, entre tantos otros
actores y actrices de aquellas décadas. Y yo era una niña que
miraba esas películas en la tele y pensaba que eran increíblemente
viejas, cuando en realidad, como mucho, tendrían
veinte años. La novela de género policial recién la conocí a los
trece años, cuando llegaron a mis manos unos cuantos libros
de la colección El séptimo círculo, que dirigían Borges y
Bioy Casares.
–Y el blog, ¿cómo se articula? Lo del blog fue simplemente
porque quería hacer algo con las redes sociales; primero
se me ocurrió el Twitter y me puse a investigar un poco.
Pensaba en un crimen que se resolviera a partir de un tuit
de alguien que comentaba algo que, con el tiempo, llegaría a
incriminarlo (a él o a otro) y de ese modo se lograba resolver
el caso. Después pasé al blog porque esta forma me permitía
explayarme más, pintar mejor al bloguero y a sus seguidores.
Lo que me interesaba era la cosa chismosa, el malentendido,
el engaño, el disfraz, todo lo que se da tan bien en las redes.
–¿Cuándo empezó con este libro y cuál fue el primer o los
primeros disparadores? Lo empecé en mayo de 2013 (revisé
mi cuaderno de notas para ser precisa en el dato). El disparador
fue la idea de pensar en una trama en la que tuvieran lugar
las redes sociales; lo que conté antes: pensé en el Twitter
y finalmente quedó el blog. Quería eso de ir intercalando una
narración central con otra, periférica, como la del blog, pero
decisiva para el desarrollo de la historia.
–Usted es además una gran lectora. A modo de cierre: ¿me
cuenta cuáles fueron los libros que más le han gustado
en los últimos tiempos? Que me han gustado, unos cuantos.
Leo mucho, todos los días; se me puede pasar un día o más
sin escribir, pero sin leer, jamás. Ahora bien, hay algunos
libros que, más que gustarme, los considero imprescindibles.
Son esos que me hacen decir: “Yo quiero escribir así”. Bueno,
el año pasado llegaron a mis manos algunos de esos, que
amontono en mi mesa de trabajo para tenerlos siempre cerca:
Recorre los campos azules, un libro de cuentos de Claire
Keegan (al que llegué después de haber leído Antártida,
gracias a una amiga que me lo regaló). También de la misma
autora: Tres luces, una nouvelle que, literalmente, me fascinó.
Otro libro que leí el año pasado y que me marcó, también literalmente,
ya que me dio pistas, ideas, ganas o cauce, tal vez,
para comenzar una nueva novela es Instrucciones para una
ola de calor, de Maggie O’Farrell, de quien ya había leído
La extraña desaparición de Esme Lennox, otro de los libros
que tengo en mi mesa. Mi lista de imprescindibles sería de
nunca acabar (podría estar hablando días y días de los libros
que me han impactado). Sólo mencionaré unos pocos más
de los últimos que he leído y me gustaron mucho: Distancia
de rescate, de Samanta Schweblin; La rama de azúcar
y El trasluz, de María Cristina Ramos; Robinson y Muy
lejos de Kensington, de Muriel Spark; En las nubes, de Ian
McEwan y tantos otros…