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los colegas y maestros de las áreas rurales –escribió Favaloro a propósito de la buena recepción<br />
que tuvo este dedicado a su gestión en La Pampa–. Todos coincidieron en que se vieron<br />
representados, quizá porque transitaron y transitan los mismos caminos que me tocó recorrer.<br />
Mi objetivo no es presentar la simple descripción de hechos anecdóticos sino, a través<br />
de ellos, mostrar las condiciones socioeconómicas del interior. Ranchos miserables y villas<br />
miseria se ven por doquier, pobres escuelitas rurales más destartaladas que nunca están, si se<br />
las quiere ver, con maestros que siguen recibiendo salarios alejados de la realidad. A pesar de<br />
la abundancia de médicos carecemos de una medicina organizada. ¿Tendremos capacidad de<br />
reaccionar? Es necesario insistir una vez más que si no estamos dispuestos a comprometernos,<br />
a luchar por los cambios estructurales que nuestro país y toda Latinoamérica demandan<br />
(principalmente en educación y salud) seguiremos siendo testigos de esta sociedad injusta<br />
donde parece que el tener y el poder son las aspiraciones máximas. Espero que esta edición<br />
contribuya no solamente a conocer la actividad de los médicos rurales, sino también que sirva<br />
para despertarnos del letargo en que transcurren nuestros días”.<br />
Durante la última etapa de su vida, Favaloro recordó cada vez con más frecuencia los años<br />
del campo, cuando todo era diferente. Lo que veía en la Argentina de Carlos Menem no<br />
le gustaba, pero prefería no criticar en público al ex presidente, de quien repudió políticas y<br />
resultados con bastante detalle, aunque en varias oportunidades lo catalogara como “un amigo<br />
de muchos años”. Tenía una mirada moral sobre la mentada frivolidad de la era menemista,<br />
y también económica: “Hablo mal de los jóvenes que no se comprometen ni individual, ni<br />
familiar, ni socialmente. De los que hablan de libertad y de justicia, pero sólo dicen palabras.<br />
No hacen. De los que cantan solidaridad en los recitales y al día siguiente no van a una villa<br />
miseria a ayudar o a enseñar. (…) Reina el individualismo y ellos reciben el mensaje del<br />
tener y del poder como valores supremos. Sólo importa el consumo”. “Esta democracia y esta<br />
estabilidad –dijo al promediar la década del 90– costaron mucho y ni el más croto puede estar<br />
en contra. Pero si a esto no se le agrega un plan profundo de reactivación con justicia social, el<br />
futuro es un gran interrogante. Entonces saquemos una ley para que se termine con esto de<br />
que pasamos de 90.000 autos a 380.000... y todos importados. Se habla de libre cambio y de<br />
libertad para importar todo como si eso fuera la gloria. ¿Y la industria nacional?”.<br />
A toda esta debacle, el hombre que a los 65 años juró estar harto de los homenajes, el mismo<br />
que llegó al New York Times como figura máxima de la ciencia, contraponía sus primeros<br />
años de carrera: “A veces nos preguntábamos cuáles eran las razones del éxito. A mi entender<br />
todo se debía a la capacitación profesional y humanística que nos había dado la universidad y<br />
el Hospital Policlínico de La Plata, merced a la cual, podíamos dedicarnos con abnegación y<br />
amor a nuestra tarea de médicos a la que entregábamos todos nuestros esfuerzos. Entendíamos<br />
–porque lo llevábamos en el alma– que el acto médico debe estar rodeado de dignidad,<br />
caridad, igualdad, piedad, sacrificio, abnegación y renunciamiento. Y por sobre todas las cosas<br />
habíamos procedido con honestidad (…). Estoy seguro, por otra parte, de que ese ha sido y<br />
sigue siendo el derrotero por donde transita la inmensa mayoría de los médicos rurales de<br />
mi país. Buscábamos obtener un sustento económico, pero lo hacíamos cobrando lo justo, de<br />
Izq. arriba. Boda de Juan Bautista y<br />
de Ida Raffaelli, los padres de René.<br />
Juan Bautista era ebanista; Ida,<br />
modista.<br />
Izq. abajo. Con su esposa, María<br />
Antonia.<br />
Der. María Antonia Delgado de Favaloro,<br />
Juan Bautista Favaloro, Ida Raffaelli<br />
de Favaloro y René Favaloro.