Revista Quid 58

–Pero el Quijote pierde la batalla, en la segunda parte;
las palabras ya no le alcanzan para creer... Es cierto, la
pierde. Pero Sancho no. Y los Sanchos de Rusia tampoco
la pierden.
–¿Quiénes serían? Los que después hicieron la Revolución.
–¿Y Dulcinea, también forma parte de la idea rusa? Me
acuerdo de cuando no podíamos salir de Rusia –ni yo ni
mis amigos–, antes de la Perestroika… Apenas asomamos
la cabeza, la primera vez que pude salir del país, me preguntaron:
“¿Quién es su personaje más querido del Quijote?”,
esperando que dijese lo que una persona de la Unión
Soviética respondería, es decir, Sancho Panza. Pero yo,
para ponerme en contra, dije que mi personaje preferido
era Dulcinea. Es fácil pensarlo: Don Quijote es demasiado
feo, Sancho no es verdad. Además, el simbolismo y modernismo
rusos toman a Dulcinea como mito fundamental.
No para crear a Dulcinea en la cabeza del hombre sino
para crearla en la realidad, esforzándose al hacerlo. Estoy
convencido de que hay que encontrar a la Dulcinea en la
mujer amada. Es la hazaña del escritor y… ¡de los hombres
también! Hacer este esfuerzo, esta creación…
–¿Eso es amar? Es amar, y es más fácil amar si se puede
también inventar