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cripción de los seminarios que dictara en<br />
el Collège de France, es emblemático.<br />
En los años 70 el estructuralismo y el<br />
marxismo eran los modelos y las modas<br />
que vertebraban los campos de la<br />
cultura: la antropología, pero también la<br />
teoría literaria, el psicoanálisis y la política<br />
tenían estos denominadores comunes.<br />
Hoy la fragmentación y los intereses<br />
específicos mandan y la profusión de<br />
oferta se extiende vertiginosamente de<br />
la mano de los cambios en los hábitos de<br />
lectura.<br />
Se lee de manera discontinua aun en el<br />
campo académico: libros, papers, blogs,<br />
revistas especializadas. Entonces nos<br />
proponemos editar libros que desplieguen<br />
tesis novedosas y preponderantemente<br />
concisos. Y esto no sólo por una<br />
cuestión de inversión económica. Así<br />
como Eco pergeñó su Cómo se hace<br />
una tesis, el editor de humanidades podría<br />
escribir un “Cómo evitar una tesis”<br />
(a lo que se podría agregar “cómo evitar<br />
compilaciones”: los volúmenes que agrupan<br />
trabajos de diferentes autores, en<br />
principio, también están contraindicados<br />
por su calidad despareja); a menos que<br />
se las despoje de su formato académico<br />
y se transformen en ensayos que puedan<br />
interesar a un público más vasto.<br />
Siempre me parece admirable cómo<br />
algunas editoriales universitarias americanas,<br />
como la de Princeton, pueden<br />
editar obras específicas pero también<br />
divulgación de primera línea o libros<br />
con enfoques novedosos que interesan a<br />
públicos amplios.<br />
Por supuesto, existen las excepciones:<br />
hay obras voluminosas que son bisagra<br />
en sus saberes respectivos y establecen<br />
secuencia en el catálogo con otras canónicas.<br />
Pienso en El capital en el siglo<br />
XXI de Thomas Piketty, La memoria,<br />
la historia, el olvido de Paul Ricoeur o<br />
Justicia para erizos de Ronald Dworkin,<br />
por citar algunas notables. Son<br />
apuestas al ciclo largo. A lanzar futuros<br />
fondistas del Fondo.<br />
Son apuestas que conforman estrategias<br />
de continuidad y renovación: políticas de<br />
autor por las que se busca incorporar (no<br />
siempre es fácil: los autores y los editores<br />
o agentes que negocian sus derechos,<br />
por lo general, son un poco promiscuos<br />
al respecto) algunas producciones<br />
intelectuales de manera de actualizar las<br />
colecciones. Autores que en sus obras<br />
construyen sistema con otros: pienso en<br />
historiadores como Carlo Ginzburg,<br />
un fino erudito tejedor de historias fascinantes,<br />
o Enzo Traverso, que analiza<br />
con lucidez la historia contemporánea<br />
con un pensamiento crítico que no rehúye<br />
el debate y el compromiso político<br />
genuinos.<br />
La máquina de contenidos<br />
Este es el título de un libro de Michael<br />
Bhaskar quien elabora una teoría de la<br />
edición en base a cuatro conceptos: marcos<br />
y modelos, filtrado y amplificación.<br />
Estas nociones constituyen los núcleos<br />
de la máquina de contenidos que es<br />
la edición. Edición que es mediación<br />
cultural. El marco es aquello que el contenido<br />
llena y está orientado a amplificar<br />
textos. Con eso tiene que ver la edición:<br />
con la expansión.<br />
Con estos elementos recuperé un<br />
episodio que sucedió hace veinte años y<br />
que tuvo que ver con el primer gran proyecto<br />
editorial en el que estuve involucrado:<br />
el lanzamiento de la biografía de<br />
Jacques Lacan de Élisabeth Roudinesco.<br />
En la edición francesa la portada<br />
era sobria, con una pequeña foto en la<br />
que Lacan formaba parte de un grupo<br />
de psicoanalistas. El marco indicaba un<br />
ensayo académico, que era lo que sostenía<br />
el subtítulo: Esbozo de una vida, historia<br />
de un sistema de pensamiento. En<br />
la edición local, incluimos una tapa en la<br />
que se veía a un Lacan joven con el torso<br />
desnudo fumando un puro (es la que<br />
todavía figura). La foto ocupaba toda la<br />
portada y el título Lacan se destacaba<br />
en letras rojas, con el subtítulo al pie. La<br />
autora se escandalizó con esa portada<br />
de “revista del corazón”, como me dijo<br />
en su momento. Le repliqué que la foto<br />
figuraba en el libro, que la traducción<br />
había sido hecha por Tomás Segovia,<br />
el primer traductor de los escritos de<br />
Lacan, tal como ella había solicitado, y<br />
que, después de todo, ese “también era<br />
Lacan”. Un personaje excéntrico y seductor<br />
a la vez que uno de los pensadores<br />
más influyentes de la segunda mitad<br />
del siglo XX. Le expliqué que el público<br />
psicoanalítico estaba garantizado (hubo<br />
preventas en las librerías especializadas)<br />
y que nuestra apuesta era ganar otros<br />
lectores. Por momentos la discusión se<br />
sofisticó (¿cuál Lacan era Lacan?), pero<br />
cuando al tiempo vi en la revista Noticias<br />
a Teté Coustarot que decía estar<br />
leyendo el Lacan de Roudinesco entendí<br />
que habíamos expandido la línea. Los<br />
editores, como dice Bhaskar, filtramos<br />
contenidos y construimos marcos<br />
amplificadores. Y ese lanzamiento fue<br />
una buena demostración. Producimos<br />
no tanto libros como interés, sustancialmente.<br />
Hay metas, motivaciones y<br />
apuntalamientos ideológicos que dan<br />
forma a la razón de ser del contenido:<br />
eso es un modelo.<br />
Vale subrayar el concepto: “La amplificación<br />
es captar y crear atención”. Y esto<br />
es clave en tiempos de transformaciones<br />
estructurales de la edición, cuando el<br />
libro digital aparece como un desplazamiento<br />
radical en la base tecnológica<br />
y socioeconómica del métier. Y en ese<br />
nuevo escenario, la continuidad del oficio<br />
reserva a los editores, la tarea de ser<br />
curadores, cuidadores del contenido.<br />
Concibo la edición como una red, un<br />
tejido intangible, de interacciones e intercambios<br />
venturosos entre evaluadores<br />
de originales, traductores, el feedback<br />
permanente con aquellos que hacen<br />
los libros, los demiurgos que producen<br />
libros, esa “combinación única de producto<br />
y significado”.<br />
Para finalizar, creo que la diversidad de<br />
contenidos es lo que vuelve interesante<br />
la edición y que ante la profusión de<br />
contenidos en diferentes soportes, sigue<br />
siendo la tarea distintiva la de forjar<br />
nichos, para crear lectores.<br />
En tiempos en que el imperativo de la<br />
utilidad económica atraviesa el conjunto<br />
de la sociedad y las “humanidades” aparecen<br />
devaluadas, el editor debe seguir<br />
apostando a ellas como formadoras y<br />
capacitadoras de pensamiento<br />
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