Revista Quid 58

“Entiendo un poco de español pero no puedo hablarlo”, fueron
sus primeras palabras al comienzo de la entrevista. Invitada
especialmente por Edelvives para la Feria Internacional del
Libro de Buenos Aires, su primera visita a la Argentina significó
largas filas de firmas y dos charlas sobre el oficio de ilustrar.
−Phillippe Lechermeier escribió Una Biblia y usted la
ilustró. Vino a la Argentina a presentar este libro y Seda
de Baricco. ¿Por qué contar La Biblia en estos tiempos? Se
trata de Una Biblia, no es La Biblia. No es un libro religioso,
es un libro de transmisión cultural. El autor, Phillippe Lechermeier
reescribió parte de la Biblia y del Nuevo Testamento
por el placer de contar historias, historias que merecen
ser conocidas por su riqueza. Pero, después, cada lector puede
hacer la interpretación que quiera.
−La Biblia siempre tiene connotaciones. Parece un trabajo
arriesgado… En realidad, es un texto que tiene mucha riqueza
tanto desde lo textual como desde la imagen. Es un placer
leerlo y trabajarlo porque si uno busca, encuentra de todo:
aventura, guerra, amor, zombies, distintos tópicos, superhéroes.
Es una riqueza ajena y lo que buscábamos era transmitir
estas historias que hablan de todo. Estas historias también
hablan de nosotros dos. Fueron evolucionando, cambiando
tanto como nosotros que dejamos de ser religiosos.
−¿Es una persona religiosa? Desde el punto de vista real
nunca fui realmente religiosa. Era una costumbre familiar
pero hoy no puedo creer en esto. Es muy importante, de todas
maneras, aclarar que mi opinión no tiene nada que ver con
mi trabajo. Cada vez que encaro un cuento, que empiezo a
contarlo, creo en la historia y la acompaño. No tuve ningún
problema para hacer lo mismo con las historias de Una Biblia.
Al momento de ilustrarlas, me metí adentro e hice mi trabajo.
−Hablando de su familia. ¿Cómo es su vida en Francia?
Nací en el sur de Francia pero ahora vivo en París. Por eso,
cuando ustedes dicen que tienen frío, no entiendo bien.
Donde yo vivía, nieva y realmente hace frío. En mi oficio, les
debo mucho a mis padres por mostrarme el placer de dibujar
y de pintar.
−Tiene dos hijos y un marido. ¿Puede trabajar en su casa?
Mi marido también es artista, es escritor, así que los dos
trabajamos en casa y logramos organizarnos. Pero la vida y el
trabajo están completamente mezclados.
−Casi siempre antes de la fama, los artistas pasan por
distintos trabajos. ¿Cuáles fueron los más raros? Al principio,
coloreaba calcomanías para niños. Eso lo hacía en el año
95 y no existía el Photoshop. Pero también ilustré tapas de CD
y hasta hice packagings. El más raro fue para un restaurante
en París que paga a los ilustradores con especias. Para ellos
dibujé el packaging de una lata de sardinas. Al principio iba a
ser miel pero terminaron siendo sardinas. No sólo hice cosas
prestigiosas, trabajé mucho por encargo para poder comer.
En otro momento tuve que hacer imágenes sencillas para un
diario de niños.
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