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1o<br />
manifiesta bajo la forma de una rueda dinámica en la que<br />
todo, incluyendo la sacralidad de los héroes, se ve sujeto a<br />
cambios de perspectivas y consideraciones. Dejando de lado la<br />
propia subjetividad del autor, el mismo Carlyle se somete a las<br />
tensiones de su tiempo al afirmar que se trata de un “período<br />
de transición” encaminado hacia una nueva era. Y así como la<br />
disolución del mundo pagano fue lenta, auguraba un proceso<br />
más acelerado para su propio tiempo e incluso los venideros,<br />
que se verían cada vez más breves y con menos tolerancia a la<br />
perdurabilidad de los héroes debido al vértigo de los fenómenos<br />
sociales que se avecinaban, inédito en la Antigüedad. Tal<br />
vez no resulte redundante recordar que Thomas Carlyle dio su<br />
versión de los héroes en 1840.<br />
Un caluroso día de agosto de 1972, dos perfectos don Nadie,<br />
John Wojtowicz y un amigo al que llamaremos Sal Naturile,<br />
ingresaron en un banco de Brooklyn con la intención de<br />
robarlo. Eran dos alegres amateurs, sin experiencia alguna<br />
en robar bancos, y lo que debía ser un trámite sencillo se fue<br />
complicando (el banco no tenía dinero suficiente, ya que había<br />
sido retirado), por lo que a la improvisada pareja de ladrones<br />
no les quedó más remedio que tomar como rehenes a quienes<br />
estaban en su interior y la aventura se extendió por catorce<br />
horas.<br />
La historia mereció el interés de Sidney Lumet, quien en<br />
1975 realizó la versión cinematográfica conocida como Tarde<br />
de Perros (Dog Day Afternoon, en referencia al día más tórrido<br />
de la canícula), con Al Pacino como Wojtowicz (llamado<br />
Sonny Wortzik en el film) y el increíble John Cazale como<br />
su compañero. Lo que muestra Lumet con detalle y a la perfección<br />
es el proceso social que este pequeño acontecimiento<br />
despertó. La policía, luego el FBI, los medios periodísticos<br />
y miles de curiosos se hacen presentes, y todo se va transformando<br />
en un espectáculo. El suceso, que atrajo la atención<br />
de medios de comunicación a lo largo y ancho de Estados<br />
Unidos, fue uno de los eventos televisivos del año debido a la<br />
cobertura catódica, en vivo y en directo, de diversas cadenas<br />
del país. En un primer momento, Sonny/John se ve obligado<br />
a salir a la calle para hacer valer sus exigencias y comienza a<br />
arengar a los presentes, que para sorpresa de las autoridades,<br />
comienzan a mostrar simpatías con los secuestradores. No sólo<br />
ellos: también sus víctimas. Ven, particularmente en Sonny/<br />
John, a un igual que no está robando<br />
un banco sino rebelándose,<br />
con cierto grado de ingenuidad<br />
y torpeza, contra el sistema. Los<br />
medios lo advierten y comienzan<br />
a explotar esa imagen de hombre<br />
común desesperado en un<br />
momento particular de la historia<br />
de Estados Unidos (el fracaso de<br />
Vietnam, las luchas raciales, la<br />
crisis de Nixon que culminaría<br />
con Watergate en 1974). Se necesitaba<br />
un nuevo modelo de héroe, aun si como en este caso,<br />
se acercara más a la figura del antihéroe. Y así, por unas horas,<br />
fue construido el personaje de Sonny/John, hasta un momento<br />
antes un vulgar vecino de Brooklyn.<br />
Todo toma un nuevo giro al conocerse los verdaderos motivos<br />
que impulsaron al robo. Sonny/John era bisexual y quería el<br />
dinero para solventar la operación de cambio de sexo de su<br />
pareja. Eso ya era demasiado: había allí una frontera que no<br />
se podía transgredir. Los mismos medios que catapultaron su<br />
figura como la del silencioso vengador anónimo que actuaba<br />
por los deseos ocultos de la masa social, ahora lo mostraba<br />
como un degenerado asocial capaz de promover las acciones<br />
más abyectas en nombre de su interés. En contrapartida, los<br />
grupos gays, defensores de derechos humanos y fuerzas progresistas<br />
de la sociedad, continúan –y con mayor fuerza– reivindicando<br />
la figura de Sonny/John como un verdadero héroe<br />
que luchó por las libertades individuales frente a una sociedad<br />
retrógrada. Todo termina como debe: Sal, el silencioso compañero,<br />
fue asesinado por las fuerzas de seguridad y John Wojtowicz<br />
fue apresado. Su historia siguió despertando adhesiones<br />
y rechazos, hasta que el 23 de abril de 1973 fue condenado a<br />
veinte años de cárcel en la penitenciaria federal de Lewisburg<br />
(sólo cumplió seis por buena conducta) y el mundo se olvidó<br />
de él. No obstante, hubo una novedad en el tratamiento de los<br />
“héroes” que se fue intensificando y perfeccionando hasta el<br />
presente: dejaron de ser inmortales.<br />
Ahora, de acuerdo con los intereses en juego y con la imprescindible<br />
complicidad de los medios, los héroes se construyen<br />
y demuelen con la misma velocidad, se consumen como fastfood,<br />
se les tributan ritos y abonan mitos que con la rapidez<br />
del rayo son abandonados en el arcón de los recuerdos.<br />
En su exitosa novela Soldados de Salamina, el español Javier<br />
Cercas se encarga de dar vida a Miralles, un héroe en estado<br />
puro, un hombre anónimo con una vida anónima que tuvo un<br />
papel descollante tanto en la Guerra Civil española como en<br />
la Segunda Guerra Mundial. Cercas (o el narrador, que lleva<br />
su nombre) llega a Miralles a partir del testimonio ficticio del<br />
escritor chileno Roberto Bolaños. Hablando sobre Salvador<br />
Allende, Cercas le pregunta a su colega qué es un<br />
héroe. Bolaños responde: “No lo sé… Alguien que se cree un<br />
héroe y acierta. O alguien que tiene el coraje y el instinto de<br />
la virtud, y por eso no se equivoca nunca, o por lo menos no se<br />
equivoca en el único momento en que importa no equivocarse<br />
y, por lo tanto no puede no ser un héroe”.<br />
Cercas recordará una frase de Le Carré, el escritor de<br />
espionaje, quien dice que hace falta “tener temple de héroe<br />
para ser una persona decente”, a lo que Bolaños lo contradice:<br />
decentes hay muchos, héroes no<br />
*<br />
ESCRITOR, TRADUCTOR y PERIODISTA, ha publicado varios libros de poesía y<br />
editó la colección Planeta Nómade sobre literatura de viajes. Aparecieron los<br />
títulos El camino de las damas, La ruta argentina, En busca de Cathay y Las huellas<br />
del río, todos en Editorial Planeta. También la antología En la vía - Relatos<br />
desde un tren y Relatos de París.