Dossier ciencia o1 René Favaloro Galopando contra el viento POR Nancy Giampaolo Se doctoró en la Universidad de La Plata y llegó a ser uno de los hombres de ciencia más destacados de su época. Se habló de él en los ámbitos académicos más importantes del mundo, y en nuestro país sigue siendo el referente número uno a la hora de hablar de salud. Fue el responsable de estandarizar y sistematizar la técnica del bypass aortocoronario (o cirugía de revascularización miocárdica) a fines de los años 60. Esta cirugía se convirtió en una de las
o2 más practicadas del mundo. Miles de pacientes con enfermedad coronaria (aterosclerosis) salvaron su vida gracias al trabajo de René Gerónimo Favaloro. Nació el 12 de julio de 1923 en una casa humilde del barrio “El Mondongo” de La Plata, provincia de Buenos Aires. Hizo la primaria en el turno mañana de una escuela estatal. Por las tardes, iba al taller de su padre Juan Bautista Favaloro, ebanista, quien le enseñó el oficio, y también ayudaba a su madre modista, Ida Raffaelli. A veces pasaba el rato con un tío médico, con quien tuvo oportunidad de ver el consultorio y las visitas domiciliarias. Su abuela materna fue otra figura importante, a quien dedicaría su tesis del doctorado: “A mi abuela Cesárea, que me enseñó a ver belleza hasta en una pobre rama seca”. En 1936, cuando ni siquiera había traspasado los límites de su ciudad, René era un orgullo para sus padres: después de rendir examen, entró al Colegio Nacional de La Plata donde tuvo como docentes a Ezequiel Martínez Estrada y Pedro Henríquez Ureña. La base humanística de su pensamiento posterior ya estaba sembrada. A lo largo de toda su vida habló de ideales como libertad, justicia, respeto, búsqueda de la verdad, participación social y sacrificio, aprendidos durante aquellos primeros años. El comienzo de su formidable carrera estuvo muy lejos de los oropeles (y las desgracias) del final y es un pilar constante de su discurso posterior, el discurso que sustentó su figura pública, el discurso que se coronó con una última carta, explicando los motivos de su suicidio. Numerosos escritos y entrevistas dan cuenta de su pensamiento y de su bagaje cultural, y también de sus experiencias. “Los jóvenes tendrían que leer algunos pasajes de La Biblia, La Ilíada, La Odisea, Sófocles, Eurípides, Shakespeare, Unamuno. Y de los nuestros, a Horacio Quiroga, Guillermo Hudson, Mallea y Martínez Estrada. Ah...y me olvidaba de Prometeo: es fun-da-men-tal”, le dijo a Cristina Castello en 1996, durante una nota con la revista dominical del diario Clarín. El mismo año, se publicó Conversaciones sobre ética y salud. René Favaloro, Abram Moszenberg, José A. Mainetti, Gregorio Klimovsky, Héctor Ciocchini, en el que médico se vale de la palabra, no para la erudición, sino para hacer hincapié en la empatía como un valor indispensable de la medicina: “El día en que el médico deje de sufrir con los pacientes es el momento de tirar el bisturí y no operar más. Desgraciado es el médico que no sufre con su profesión. No digo que deba llorar por los rincones todo el día; eso no tendría sentido porque debe mantenerse lúcido para continuar con el trabajo. Pero insisto, el médico que ya no participa del sufrimiento de su paciente y que no experimenta dolor por su muerte, no sólo ha dejado de ser médico sino que ha dejado de ser humano”. En el mismo libro reivindicó algunos usos médicos que quedaban antiguos frente a una nueva ciencia más supeditada a lo tecnológico: “No hay nada que pueda reemplazar a la vieja medicina clínica de sentir al paciente, palparlo, tocarlo, escucharlo. El problema, el síntoma de la medicina moderna es, tal vez, un olvido. El paciente es una persona y como tal tiene tres dimensiones de existencia: una comprende su fisiología, anatomía y estructura; otra, sus sentimientos, emociones, afectos y pensamientos –todo lo que hace a la psiquis en forma general– y la tercera representa sus relaciones con los otros seres humanos y su posición dentro de la red social. El paciente es la fusión indisoluble de estas tres dimensiones. Es antinatu- Izq. René Favaloro en sus primeros años. Había nacido en la ciudad de La Plata, en el barrio “El Mondongo”. Der. Junto a su hermano menor, Juan José.