dictorio. Se me va liando la vida cada vez más gracias al éxito, porque me va bien. Entonces, esa es la paradoja. Por ejemplo, en enero ha salido la traducción de La ridícula idea de no volver a verte al mismo tiempo en Francia y Portugal, entonces me he tenido que ir una semana a Portugal y ahora vuelvo y me tengo que ir una semana a Francia, en el medio de la promoción de esta novela, El peso del corazón, en España. Entonces se te lía la vida muchísimo. –¿Cómo se maneja todo eso? Aparte de manejar las redes, que lo hago yo, pues no viviendo. Me rompo la espalda. Tengo que parar y no sé cómo. Tengo la espalda hecha polvo y mi cuerpo me grita que pare pero no lo hago. Intento hacerlo pero no sé hacerlo. –Es difícil ser un escritor exitoso hoy… Es que soy un caos. Hay miles de millones de personas en el mundo que tienen una vida más difícil que la mía pero yo tengo una vida caótica. –¿La escritura no ayuda a superar el caos? Sí, claro. La escritura me ayuda a sobrevivir al caos, a que no me ahogue, es una ventana maravillosa pero no ordena mi vida real. La vida psíquica sí pero la real no. –En este sentido y porque ya lo mencionamos anteriormente. ¿Cómo lleva la relación entre la vida y la muerte? Pues intento aprender, que es un gran aprendizaje, a vivir el presente. Como decía Marie Curie, “es un estado de gracia” aprender a vivir el presente. Vivimos siempre, primero, con la mochila de recuerdos del pasado y luego, diciendo: “Seré feliz cuando termine, cuando tenga la casa, cuando tenga un mejor trabajo” y eso nunca llega. Entonces ese “seré feliz” que es la vida, se va postergando y te mueres sin haber vivido. Por eso intento aprender a vivir en el presente. Estoy en ello. –¿Se puede considerar una exploradora? Totalmente. Toda la vida he pensado que la vida es una selva y que somos exploradores en la selva. Lo he escrito muchas veces. Soy exploradora y superviviente. Me considero así (risas). Todos mis personajes de todas mis novelas son supervivientes. Los elijo así porque así me considero. –¿Superviviente de qué? De muchas cosas de mi infancia, de montones de cosas. –¿Es como “una fiera atrapada en la pequeña jaula de su vida”? Sí. Me siento muy cerca de Bruna. Lo que pasa es que ella es un tigre atrapado en la jaula pequeña de su vida y yo soy un gatito en una caja de cartón con agujeros. –¿Por qué atrapada? Por la vida, en el sentido de que esta se acaba. –¿Cómo maneja el periodismo y la literatura al mismo tiempo? Hay autores que rechazan, todavía hoy, el género periodístico... El periodismo es literatura también. La mayor parte de los escritores del mundo ejercen también el periodismo. En Alemania no sucede. Pero es muy raro que un escritor cultive un solo género. Octavio Paz hacía ensayo y poesía, por ejemplo. Yo me considero una escritora que cultiva el periodismo escrito, la ficción y el ensayo. Lo que pasa es que para mí el periodismo es un oficio del que podría prescindir aunque me gusta mucho. La novela, no. Forma parte de mí. Me da terror que la ficción me deje. Son relaciones distintas y géneros tremendamente distintos. Con el periodismo hablas de los árboles y con la novela intentas hablar del bosque. No tiene nada que ver la ficción con la realidad. –¿Por qué tiene miedo de que la ficción la abandone? Por si me vuelvo a bloquear. Ya me bloqueé una vez. –Pero logró desbloquearse… ¿Y qué? Me bloqueé pero no sé por qué me desbloqueé. En cualquier momento me puede volver a pasar, espero que no. –¿No es muy agobiante vivir con ese miedo? ¿Quién no vive con miedo? El miedo a algo, a montones de cosas. El miedo es el sentimiento más común del ser humano, seguramente. –¿Luego de escribir un libro se modifica algo? ¿Hay un aprendizaje? Siempre aprendes. Sucede porque un libro es vida de primera calidad. Entonces, en tres años de vida aprendes, te pasan cosas. Tú no escribes para enseñar nada, escribes para aprender. Y si no aprendes nada en un libro, algo mal has hecho. A veces tienes muy en claro lo que has aprendido y, otras veces, no. Pero es un proceso vital, profundo e importante, tuyo. Si no aprendes es porque has escrito mal el libro pero tampoco es muy fácil darse cuenta. Es como si yo te preguntara: ¿qué has aprendido en los últimos tres años de tu vida? Tendrías que pensarlo mucho. Pero hay una transformación 41
42 Entrevista cinco