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228 | <strong>LA</strong> <strong>GRAN</strong> <strong>ENCRUCIJADA</strong>. Sobre la crisis ecosocial y el cambio de ciclo histórico<br />
termoindustrial, o la burbuja fosilista industrial. Ahora tenemos ya muy poco<br />
tiempo para ingeniar una civilización industrial sostenible –y pésimas condiciones<br />
de partida para ello.<br />
En las burbujas inmobiliaria o financiera, los especuladores “toman prestado<br />
del futuro” y la pompa de jabón estalla cuando se hace evidente que esas deudas<br />
no podrán ser reembolsadas. En la burbuja fósil, hemos estado tomando prestado<br />
–muy irresponsablemente– del pasado: la gigantesca riqueza de hidrocarburos<br />
fósiles acumulada a lo largo de millones de años. Ahora comenzamos a ver el<br />
fondo del arcón: el tesoro se acaba.<br />
4<br />
El nihilismo de los mercados financieros actúa con respecto a la biosfera –y su<br />
crisis ecológico-social– igual que lo hizo en la burbuja de las hipotecas subprime<br />
y en las demás burbujas que hemos conocido bajo el capitalismo neoliberal/<br />
neocaciquil: alimentando la especulación con total despreocupación por las<br />
consecuencias futuras, y confiando en saltar fuera del tinglado en el último<br />
momento, cuando la estafa piramidal se derrumba y aplasta a los más lentos<br />
o incautos. Como dice uno de los personajes de Memorial del engaño de Jorge<br />
Volpi: “Las burbujas han estado y estarán siempre ahí, multiplicándose en<br />
un lugar u otro. Lo que tenemos que hacer es escapar de ellas en el último<br />
segundo…”. Ah, ¡vuelvan a ver ustedes la película Margin call! Frente al nihilismo<br />
de los banqueros y los corredores de Bolsa, el de los filósofos es una broma.<br />
5<br />
¿Puede haber un fin de la historia? Claro: pero no en el sentido de acabamiento<br />
y grandioso cumplimiento a lo Hegel y Fukuyama, sino en el mucho más trágico<br />
que se vincula con el desplome de la civilización humana (quizá incluso la<br />
desaparición de la especie humana). Tal desastre –que está en nuestro horizonte<br />
inmediato al menos desde la introducción de las armas nucleares a partir de<br />
1945– es hoy una posibilidad aún más acuciante que antes, a medida que vamos<br />
entreviendo la dinámica de un posible colapso civilizatorio bajo la doble presión<br />
del peak oil (más en general el peak all, el tiempo de escaseces malthusianas que<br />
es el nuestro) y el calentamiento climático.<br />
Bruce Hoeneisen Frost, en 1999: “El límite natural de la capacidad de sustentación<br />
de la Tierra, una vez que se agoten el petróleo, el gas natural y el carbón (y<br />
suponiendo que la humanidad tenga la sabiduría de no usar reactores nucleares),<br />
será de aproximadamente 3.000 millones de personas. Esta es la población que<br />
pueden sostener las fuentes renovables de energía. [...] El siglo XXI es el periodo<br />
de transición que divide en dos la historia de la humanidad. Por un lado, la era<br />
del crecimiento ilimitado [basado en los combustibles fósiles]; por otro, la era de<br />
la limitación material”.<br />
Ligero, lento, cercano, silencioso, solar. Cinco adjetivos que bastan para definir<br />
esa otra manera de estar en el mundo que necesitamos desesperadamente ¿y<br />
de la que no vamos a ser capaces?