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EL BINOMIO ENERGÍA-CLIMA<br />
¿Estamos aún a tiempo de<br />
evitar el colapso ecosocial?<br />
El binomio energía-cambio climático constituye indudablemente el eje clave que<br />
es necesario afrontar de forma inmediata para reconducir el deslizamiento que<br />
nos conduce hacia la desestabilización global ecosocial y tratar de transitar de<br />
forma civilizada hacia un nuevo ciclo histórico en clave de seguridad vital y<br />
justicia social.<br />
Para abordar este binomio, conviene recordar que el desarrollo socioeconómico<br />
moderno, en el contexto de una población mundial en constante crecimiento,<br />
se ha basado en unas condiciones excepcionales del metabolismo humano: la<br />
disponibilidad de combustibles de alto poder energético 83 (con baja entropía),<br />
con abundantes reservas (consideradas en la práctica como “ilimitadas”) 84 y de<br />
muy bajo precio (con altas tasas de retorno energético –TRE –) 85 , principalmente<br />
combustibles fósiles 86 (petróleo, gas y carbón) 87 .<br />
Pero esas condiciones han cambiado de forma radical, tanto por parte de la<br />
energía como por la importancia de sus impactos sobre el cambio climático.<br />
83. El “poder calorífico” es la cantidad de energía que un combustible contiene por unidad de<br />
masa y que es liberable a través de una reacción química de oxidación. En el caso de los combustibles<br />
fósiles, muy ricos en carbono por los procesos metabólicos naturales (C+O 2<br />
= CO 2<br />
+8.140<br />
kcal/kg carbono), su capacidad de suministrar energía a bajo precio (y de generar CO 2<br />
) es muy<br />
alta. Y mientras que un bosque requiere 35 años para generar su biomasa, los recursos de carbón<br />
necesitan 60.000 veces más tiempo para producirse, concentran un enorme poder calorífico y<br />
hacen excepcionalmente rentable su explotación energética [A. Valero (1998), Termoeconomía: el<br />
punto de encuentro de la termodinámica, la economía y la ecología].<br />
84. El desarrollo socioeconómico se ha basado en la disponibilidad ilimitada de recursos<br />
energéticos sin considerar su finitud. Solo muy recientemente se ha empezado a ponderar la<br />
problemática inducida por los “picos de producción” de los combustibles no renovables.<br />
85. La tasa de retorno energético (TRE) de un combustible es fundamental y se refiere a la<br />
cantidad de energía requerida para obtener a lo largo de su cadena de valor una unidad de<br />
energía final disponible.<br />
86. En la actualidad el 81% de la energía primaria procede de los combustibles fósiles: carbón<br />
(27%), petróleo (33%) y gas (21%). El resto se distribuye entre la nuclear (6%), la biomasa<br />
(10%) y las renovables (incluida la hidrológica) (3%) [Agencia Internacional de la Energía<br />
(AIE-OCDE)].<br />
87. La demanda energética final global ascendía en 2010 a unos 340.000 petajulios (PJ)/año y<br />
se distribuía en tres grandes campos: transporte (30%), industria (25%) y servicios + hogares<br />
(45%) [Greenpeace y EREC (2007), (R)evolución energética].<br />
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