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La tecnología que no nos va a salvar,<br />
la tecnología que nos puede transformar<br />
Margarita Mediavilla 1<br />
A pesar de la abrumadora cantidad de datos y estudios científicos que corroboran<br />
los graves problemas de insostenibilidad que vivimos, las soluciones que se proponen,<br />
a todos los niveles, siguen siendo extraordinariamente tímidas y lentas.<br />
Los temas ambientales, desgraciadamente, no suelen ser considerados prioritarios<br />
y son dejados en segundo término detrás de las cuestiones económicas o sociales.<br />
Muy pocos actores políticos son capaces de ir más allá de la superficialidad y ver<br />
que muchos de esos problemas socioeconómicos hunden sus raíces en la insostenibilidad<br />
de nuestra sociedad y es, por lo tanto, inútil intentar resolverlos sin<br />
abordar a la vez las cuestiones ecológicas en un enfoque holista.<br />
La tecnología es, probablemente, el factor que más nos “ayuda” a mantener<br />
esa artificial ceguera respecto a la relevancia de la crisis ecológica. El espectacular<br />
despliegue tecnológico que venimos experimentando desde el siglo XVIII ha permitido<br />
que los seres humanos dejemos de sentirnos como nuestros antepasados,<br />
a merced de la naturaleza y sus vaivenes, y nos induce a creer que la tecnología<br />
puede resolver todos nuestros problemas. Sin embargo, nuestra dependencia respecto<br />
a la naturaleza sigue siendo prácticamente la misma, ya que todo el paraguas<br />
tecnológico está, en definitiva, construido con recursos naturales. La tecnología es<br />
un proceso complejo en el que intervienen no solo conocimientos científicos, sino<br />
también materiales, infraestructuras, personal cualificado y, sobre todo, la energía<br />
necesaria para alimentar todos esos eslabones.<br />
Nuestra industria, nuestras ciudades, nuestro transporte y nuestra agricultura<br />
se han diseñado pensando en la energía fósil. También la enorme extracción de<br />
minerales que actualmente realizamos ha sido posible por la energía abundante<br />
que ha permitido explotar minerales con leyes bajas (este tipo de menas en otros<br />
siglos no resultaban rentables, ya que extraer elementos de estos minerales requiere<br />
mucha más energía que hacerlo de menas con leyes altas). Por ello es muy difícil<br />
que únicamente la tecnología, y sobre todo esta tecnología que hemos diseñado en<br />
épocas de recursos abundantes, sea capaz de resolver por sí sola los problemas de<br />
escasez con los que ahora nos enfrentamos.<br />
Los límites de los combustibles fósiles y el hecho de que se estén empezando<br />
a manifestar fenómenos de estancamiento en su producción (picos del petróleo,<br />
gas y carbón) cuestionan no solo nuestro actual modo de vida consumidor de bienes<br />
superfluos, sino también el desarrollo tecnológico futuro, que no va a poder<br />
1. Profesora y miembro del Grupo de Investigación de Energía, Economía y Dinámica de<br />
Sistemas de la Universidad de Valladolid y vicepresidenta del Consejo Rector de Ecogermen.<br />
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