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La Historia de la Redención - Elena G. de White

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"No cometerás adulterio.

"No hurtarás.

"No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

"No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu

prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu

prójimo".

Los dos primeros mandamientos pronunciados por Jehová atacan la

idolatría, porque ésta, al ser practicada, induce al hombre a sumirse

muchísimo en el pecado y la rebeldía, y resultaría con el tiempo en la

ofrenda de sacrificios humanos. El Señor quería proteger a su pueblo para

que ni se acercara a tales abominaciones. Los cuatro primeros mandamientos

se dieron para mostrar al hombre cuáles son sus deberes hacia el Altísimo. El

cuarto es el eslabón que une al gran Dios con el hombre. El sábado fue dado

especialmente en beneficio del hombre y para honra del Señor. Los seis

últimos preceptos señalan el deber del hombre hacia sus semejantes.

El sábado había de ser una señal entre Dios y su pueblo para siempre.

De esta manera se manifestaría la señal: todos los que guardaran el sábado

pondrían de manifiesto mediante esa enseñanza que eran adoradores del Dios

viviente, Creador de los cielos y la tierra. El sábado sería una señal entre el

Señor y su pueblo mientras hubiera gente sobre la tierra que le sirviese.

"Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido

de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se

pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros

oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés

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