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La Historia de la Redención - Elena G. de White

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Moisés cede ante la impaciencia

"Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y

les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir agua de esta peña?

Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y

salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Y Jehová dijo

a Moisés y Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de

los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que

les he dado".

En esto Moisés pecó. Se cansó de las constantes quejas de la gente

contra él y los mandamientos de Dios, tomó la vara, y en lugar de hablar a la

roca como Dios había mandado, la golpeó dos veces diciendo: "¿Os hemos

de hacer salir agua de esta peña?" En esto habló precipitadamente con sus

labios. No dijo: "Dios les va a dar ahora una nueva evidencia de su poder al

sacar agua de esta roca". No adjudicó el poder y la gloria a Dios por el agua

que salió de la peña, y por eso mismo no lo glorificó delante de la gente. Por

causa de esta falla de Moisés, Dios no le permitió que condujera al pueblo a

la tierra prometida.

La necesidad de la manifestación del poder de Dios invistió de gran

solemnidad esa ocasión, y Moisés y Aarón debieran haberla aprovechado

para causar una impresión favorable sobre el pueblo. Pero Moisés estaba

excitado, impaciente y enojado con la gente, por causa de sus quejas, y dijo:

"¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?" Al

expresarse de esa manera admitió virtualmente que la queja de Israel era

correcta cuando le adjudicaban a él la salida del pueblo de Dios de Egipto. El

Señor había perdonado a la gente transgresiones mayores que este error de

Moisés, pero no podía considerar el pecado de un dirigente del pueblo como

si fuera el de uno de sus dirigidos. No podía excusar el pecado de Moisés y

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