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La Historia de la Redención - Elena G. de White

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Cuando ya tenía cuarenta años, "salió a sus hermanos y los vio en sus

duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus

hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató

al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y vio a dos

hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas

a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez

sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces

Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto. Oyendo

Faraón acerca de este hecho procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de

delante de Faraón y habitó en la tierra de Madián". El Señor dirigió su

camino, y encontró hogar en casa de Jetro, un hombre que adoraba a Dios.

Era pastor, y también sacerdote de Madián. Sus hijas pastoreaban su ganado.

Pero muy pronto las manadas de Jetro quedaron a cargo de Moisés, quien se

casó con una de las hijas de éste, y permaneció en Madián durante cuarenta

años.

Moisés se precipitó al matar al egipcio. Suponía que el pueblo de Israel

entendía que él había sido suscitado por la especial providencia de Dios para

librarlo. Pero el Señor no intentaba librar a los hijos de Israel mediante el

arte de la guerra, según creía Moisés, sino mediante su propio poder, para

que la gloria fuera solamente suya. Dios usó, sin embargo, la acción de

Moisés al dar muerte al egipcio para cumplir su propósito. En su providencia

el Señor lo puso en el seno de la familia real de Egipto donde recibió una

educación cabal; no obstante, no estaba preparado todavía para que Dios le

confiara la gran tarea para la cual lo había llamado. No podía dejar

abruptamente la corte del rey ni las comodidades que se le habían otorgado

como nieto del monarca para llevar a cabo la tarea especial que el Señor le

había asignado. Debía tener oportunidad de adquirir experiencia en la

escuela de la adversidad y de la pobreza, y ser educado en ella. Mientras

vivía en el exilio el Señor envió a sus ángeles para que lo instruyeran

especialmente con respecto al futuro. Allí aprendió más plenamente las

grandes lecciones del dominio propio y la humildad. Pastoreó las manadas de

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