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La Historia de la Redención - Elena G. de White

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El Espíritu de la inspiración descendió sobre los apóstoles, y los

acusados se convirtieron en acusadores, y cargaron el asesinato de Cristo

sobre los sacerdotes y gobernantes que componían el concilio. Los judíos se

enfurecieron tanto que decidieron tomar la ley en sus manos, sin continuar el

juicio y sin tener la autorización de los funcionarios romanos, para dar

muerte a sus prisioneros. Culpables ya de la sangre de Cristo, estaban

ansiosos ahora de manchar sus manos con la sangre de los apóstoles. Pero

había entre ellos un hombre erudito y de elevada posición, cuya clara

inteligencia previó las terribles consecuencias de un paso tan violento. Dios

suscitó un hombre del mismo concilio para detener la violencia de los

sacerdotes y gobernantes.

Gamaliel, docto fariseo, hombre de gran reputación, era

extremadamente cauto, y después de hablar en favor de los prisioneros pidió

que los retiraran de la sala. Entonces dijo cuidadosamente y con mucha

calma: "Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer con

respecto a estos hombres. Porque antes de estos días se levantó Teudas,

diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos

hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados

y reducidos a nada. Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días

del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos

los que le obedecían fueron dispersados. Y ahora os digo: Apartaos de estos

hombres y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se

desvanecerá; mas si es de Dios, no la podéis destruir; no seáis tal vez

hallados luchando contra Dios".

Lo menos que podían hacer los sacerdotes era verificar cuán razonable

era esta opinión; se vieron obligados a estar de acuerdo con él, y muy a su

pesar dejaron libres a los prisioneros, después de azotarlos con varas y de

encomendarles una y otra vez que no predicaran más en el nombre de Jesús,

o pagarían con sus vidas la culpa de su osadía. "Y ellos salieron de la

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