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La Historia de la Redención - Elena G. de White

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"Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos

los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la

gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero se la doy.

Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo:

Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él

sólo servirás". Lucas 4:5-8.

Satanás presentó a Jesús los reinos de la tierra en su aspecto más

atractivo. Si Jesús hubiera estado dispuesto a adorarlo, él se habría ofrecido a

renunciar a sus pretensiones de poseer la tierra. Pero si el plan de salvación

se cumplía plenamente y Jesús moría para redimir al hombre, Satanás sabía

que su propio poder se reduciría, finalmente le sería arrebatado y sería

destruido. Por lo tanto era su plan bien estudiado impedir, dentro de lo

posible, el cumplimiento de esta gran obra que había sido comenzada por el

Hijo de Dios. Si el plan para redimir al hombre fracasara, Satanás podría

conservar el reino que en aquel entonces reclamaba. Y si lograba buen éxito,

se alababa a sí mismo pensando que reinaría en oposición al Dios del cielo.

Se reprende al tentador

Satanás se regocijó cuando Jesús puso a un lado su poder y su gloria y

dejó el cielo. Creyó que el Hijo de Dios quedaba entonces a merced de su

poder. La tentación dio tan fáciles resultados con la santa pareja en el Edén,

que esperaba que como consecuencia de su poder y su astucia satánica podría

derribar inclusive al Hijo de Dios, y que de ese modo podría salvar su propia

vida y su reino. Si podía tentar a Jesús a apartarse de la voluntad de su Padre,

lograría su propósito. Pero el Señor enfrentó al tentador con esta reprensión:

"Vete de mí, Satanás". Sólo se inclinaría ante su Padre.

Satanás pretendía que el dominio de la tierra le pertenecía, y le sugirió

a Jesús que podía evitar todos sus sufrimientos: que no necesitaba morir para

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