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La Historia de la Redención - Elena G. de White

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Capítulo 33

El sanamiento del paralítico

Poco después del derramamiento del Espíritu Santo, e inmediatamente

después de un período de ferviente oración, Pedro y Juan habían ido al

templo para rendir culto a Dios, y vieron a un paralítico pobre y angustiado,

de cuarenta años de edad, que no había conocido otra cosa en la vida que el

dolor y la enfermedad. Este infortunado había deseado por mucho tiempo ir a

Jesús para recibir sanidad, pero estaba desamparado y vivía muy lejos del

escenario de las labores del gran Médico. Finalmente sus fervorosos ruegos

indujeron a algunas personas bondadosas a llevarlo a la puerta del templo.

Pero al llegar allí descubrió que el Sanador, en quien se habían concentrado

sus esperanzas, había sido entregado a una cruel muerte.

Su desilusión provocó la piedad de los que sabían por cuánto tiempo

había esperado con ansias ser sanado por Jesús, de manera que lo traían cada

día al templo para que los que por allí pasaban pudieran darle una limosna

que aliviara en algo sus actuales necesidades. Cuando Pedro y Juan pasaron

por allí, les pidió que tuvieran caridad con él. Los discípulos lo contemplaron

con compasión. "Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos...

No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo

de Nazaret, levántate y anda".

El rostro del pobre hombre se demudó cuando oyó decir a Pedro que

también era pobre, pero resplandeció con fe y esperanza cuando el discípulo

terminó su sentencia. "Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al

momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y

anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a

Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era

el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se

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