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La Historia de la Redención - Elena G. de White

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Hijo de Dios. Se refirió a su debilidad y a sus sufrimientos, y con

fanfarronería afirmó que era más fuerte que Cristo. Pero las palabras

procedentes del cielo: "Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia"

(Lucas 3:22), fueron suficientes para sostener a Jesús durante todos sus

sufrimientos. Vi que Cristo no tenía por qué convencer a Satanás de su poder

y del hecho de que era el Salvador del mundo. Este disponía de suficiente

evidencia de la exaltada posición y la autoridad del Hijo de Dios. Su

indisposición para someterse a la autoridad de Cristo le había cerrado las

puertas del cielo.

El enemigo, para manifestar su poder, llevó a Jesús a Jerusalén y lo

ubicó sobre uno de los pináculos del templo, y allí lo tentó a que diera

evidencia de que era Hijo de Dios arrojándose desde esa altura vertiginosa.

El adversario pronunció estas palabras de la inspiración: "Porque escrito está:

A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, en las manos te

sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra". Jesús le respondió

diciendo: "Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios". Lucas 4:10-12. Satanás

quería que Jesús se envalentonara con las misericordias de su Padre y que

arriesgara su vida antes de cumplir su misión. Esperaba de ese modo que el

plan de salvación fracasara; pero éste tenían fundamentos demasiado

profundos para que el enemigo lo pudiera derribar o malograr.

Cristo es un ejemplo para todos los cristianos. Cuando se los tiente o se

discutan sus derechos, deben soportar todo con paciencia. No deben creer

que tienen derecho a invocar al Señor para que manifieste su poder con el fin

de lograr la victoria sobre sus enemigos, a menos que de esa manera se honre

y se glorifique directamente a Dios. Si Jesús se hubiera arrojado desde el

pináculo del templo, no habría glorificado a su Padre, porque nadie hubiera

sido testigo de ese acto sino sólo Satanás y los ángeles de Dios. Y habría sido

tentar a Dios manifestar su poder frente a su más acerbo enemigo. Habría

significado ceder ante aquel a quien había venido a vencer.

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