Imágenes del Estado de México 1824

los primeros puestos; y porque debe ser la
residencia de los embajadores y enviados de
otras potencias, es justo y decoroso que se les
proporcione una ciudad en que tengan poco
que extrañar respecto de las de su país.
Y ¿cuál es señor la ciudad que tenemos que
reúna todas, o la mayor parte de las circunstancias
dichas? [...] llamo aquí la atención de
los dignos representantes que me escuchan,
reclamo su imparcialidad, y les suplico se revistan
del carácter firme de individuos de un
Congreso Constituyente, que se olviden de que
han nacido en Guadalajara, en Querétaro,
Zacatecas, Guanajuato, etc., que sólo tengan
presente que pertenecen a la Federación Mexicana
que todos somos individuos de una sola
nación, y que todos tenemos el mayor interés
en el ilustre y progreso; procediendo de esta
manera, no tengo inconveniente de asegurar
que todos a una voz somos en México, y sólo
México puede desempeñar, y condecorarse con
el título de Ciudad Federada de los Estados
Unidos del Anáhuac.
¿Dónde hay en otra parte los recursos que
se presentan aquí para la subsistencia? ¿dónde
el número competente de personas y casas para
los senadores y diputados? ¿dónde los palacios
para el Congreso, Senado, Poder Ejecutivo,
etc., etc.,? ¿dónde oficinas para secretarías del
despacho, direcciones generales, etc., etc.,? En
México se halla todo, está ya todo hecho, se
logró un buen temperamento, en fin se encuentra
cuanto se ha menester. Por más que apoyen
el discurso los Sres. que opinan la salida a otro
pueblo no encontrarán más razón que alegar
que la de hallarse México menos al centro que
la de Querétaro y ¿cuánta es la distancia que
México tiene a este punto? Cuarenta leguas,
todo de caminos de ruedas. Y ¿para que unos
diputados anden unas 40 leguas menos y otros
40 leguas más, hemos de hacer esta novedad,
hemos de abandonar una corte hermosísima,
y hemos de gastar un millón de pesos, y acaso
más que costará proporcionar en Querétaro lo
correspondiente al decoro de esta gran nación?
Pero se dice que los demás estados verán a
México con celo, que temen que el que los
quiera volver a dominar, que es una Babilonia
prostituida, que no quiere sufrirse su yugo, etc.;
etc.; pero, señor éstas son vulgaridades, éstas
son preocupaciones que deben despreciarse
por un Congreso de hombres ilustrados: es
menester que no se confunda el Estado de
México, por corte mexicana. El Estado es uno
de tantos que no logra ni debe, como tal tener
preferencia ni superioridad alguna, y que si no
quiere que su gobierno se opaque o complique
con el general puede con menos costo y perjuicio
trasladarse a Tescoco, Lerma, Toluca, Tulancingo
u otro pueblo semejante; pero México
considerado como lo ha sido desde antes de la
Conquista, como la residencia del gobierno
supremo de toda la nación, no pertenece a la
que antes se llamó provincia de su nombre; sino
a todas, y todas tienen igual derecho a disfrutar
de sus comodidades y ventajas.
Estos son los que tanto se exageran no son
con México, sino con el Supremo Poder que
en él residen, y a vuelta de pocos años habrá
los mismos en Querétaro y con cualquiera otro
pueblo donde se fije aquél.
Dícese también por los mismos que México
tiene tanta población, es más caro, y más
peligroso que lo visiten los representantes y
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