Imágenes del Estado de México 1824

Caralmuro, Bernardo González Pérez de Angulo,
Cayetano Ibarra, Francisco María Lombardo,
Ignacio Mora y Villamil, Francisco
Patiño Domínguez, José Agustín Paz y Felipe
Sierra, un total de 14, votaron en contra de la
ciudad de México como capital federal, lo que
era de esperarse, pues era imperativo ‘salvar’
a la ciudad como capital del Estado de México.
Pero los diputados Juan Manuel Azorrey, José
Basilio Guerra, José Hernández Chico, Epigmenio
de la Piedra, Juan Rodríguez votaron a
favor, mientras que Carlos María de Bustamante
y Luis de Cortázar se abstuvieron. 90
Lo mismo sucedió en las demás legislaturas. 91
“El presidente Guadalupe Victoria y sus ministros
mantuvieron una posición neutral en la lucha,
aun cuando desde el debate de julio la apasionada
preferencia del gobierno por la ciudad de
México era del conocimiento general”. 92
No hubo unidad ni entre los liberales ni
entre los conservadores. Tampoco hubo unidad
entre los estados y sus diputados federales. En
este caso pareciera ser que pesaron más las razones
económicas que las políticas para hacer dicha
separación. El Estado de México nunca recibió
indemnización alguna por la pérdida de su capital.
La entidad fue obligada a construir su propia
capital, primero en Texcoco, después en Tlalpan
y más tarde en Toluca.
Mientras se arreglaran las cuestiones económicas
y políticas respecto a la creación del
Distrito Federal, se seguiría legislando conforme
a la ley de 23 de junio de 1813, y en lugar del
jefe político, a quien por dicha ley estaba encargado
el ejercicio de la autoridad política y económica,
se nombraría un gobernador interino para
el Distrito Federal. Al Congreso y al gobernador
del Estado de México les dieron la oportunidad
de permanecer en el Distrito Federal todo el
tiempo que el Congreso considerara necesario
para elegir el lugar de su residencia y hacer el
traslado de poderes. Como compensación por la
pérdida de la ciudad de México, la entidad sería
relevada mientras tanto de la contribución anual
que hacía a la Tesorería Nacional. Dicha contribución
era de 975 mil pesos.
90
Gerald L. McGowan, El Distrito Federal de dos leguas o cómo
el Estado de México perdió su capital, Zinacantepec, México, El
Colegio Mexiquense-Gobierno del Estado de México, 1991, p. 15.
91
La legislatura de Valladolid estimó justa la posición del
Estado de México al oponerse a la pérdida de su capital, y pidió al
Congreso Constituyente General que reformara su determinación
sobre ello. El asunto debía ser discutido en las dos Cámaras, y
además ratificada la decisión por las tres cuartas partes de los estados
de la federación.
92
Charles W. Macune, Op. cit., p. 31.
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