Imágenes del Estado de México 1824

Finanzas públicas
Además de la dificultad que entonces
tenían el país y la entidad para la recaudación
de los ingresos, existía entre la
población la preocupación sobre el destino de éstos.
El Águila Mexicana publicaba varios artículos en
los que se manifestaba esta preocupación por la
política fiscal del Gobierno.
En un artículo firmado por A. V. se comentó
que en nuestro país se estaba buscando sanear
las finanzas para tener una Hacienda pública
favorable que se manifestara en todos los aspectos,
tanto político como social, comercial, etcétera.
El articulista mencionó que México era
vecino de un país próspero y admirado por todo
el mundo, los Estados Unidos, un país con ciudades
y obras productivas, vastos territorios, con
una deuda menor a la mitad de la que tenía México
en 1784 (200 millones de dólares) y con un
aumento constante en sus rentas y gastos. El
escritor preguntaba: ¿qué harán los Estados Unidos
con los sobrantes económicos que tienen?,
porque lógicamente no creía que fueran a suprimir
los impuestos. México, según A. V., debía
seguir el mismo camino que el de nuestros vecinos
del norte, donde la economía se imponía a la
política y donde las leyes se cambiaban para
beneficio de la economía del país. Eso es lo que
debía hacerse en México, pues —concluyó el
autor— “la política destituida de economía es
vana, falsa y destructora”. 93
El recién formado Estado de México,
además de los problemas antes mencionados,
enfrentaba la precariedad de sus rentas públicas.
Las rentas del estado [de México] consisten en
los productos de las aduanas, las utilidades del
tabaco y las del papel sellado, la contribución
directa, la pensión de carnes, ramos de tesorería
general y foráneas y los eclesiásticos. 94
Un problema grave para el erario público era el
contrabando de tabaco, que rompía con el estanco
establecido por el Gobierno desde antes de la
Independencia. El Gobierno determinaba, gracias
al monopolio logrado, los lugares donde debía
93
Águila Mexicana, 7 de marzo de 1824.
94
Melchor Múzquiz, op. cit., p. 26.
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